¿Amor?

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Ahí estaba la pequeña pelinegra con dos coletas a los lados con solo 5 años; su piel era tan pálida y sus pequeños labios rosados temblaban, sus ojos cristalinos demostraban terror y pánico al ver a su progenitora tirada en el suelo sin moverse o emitir palabra alguna.

Los llantos de su hermanita de apenas un año con hermosos rizos rubios retumbaban la casa entera pero ella no los escuchaba, estaba concentrada en despertar a su madre que por más que la movía no despertaba.

La casa era pequeña pero para ella era enorme y en ese momento se sentía vacía tan obscura qué aunque fuera de día y las luces del día entrarán por las ventanas para la nena solo estaban su madre y ella.

Su madre tirada en el piso con tantos golpes en la cara le aterraba verla así, aún no entendía como su padre podría ser tan malo y dejarla tan lastimada.

A ella a su mami.

La niña la amaba tanto y no le gustaba escucharla llorar o gritar adolorida cada que la golpeaban.

Quería tener las fuerzas suficientes para acabar con aquel ogro que lastimaba a su madre y acabar con él para que no la siguiera moliendo a palos.

En realidad ella deseaba tener fuerzas enormes, ser grande y alta para defender a su mami.

La pequeña Aranza estaba de rodillas junto a su madre, sola en la sala sin poder hacer mucho, su padre había salido echo furia después de darle tremenda paliza a su progenitora.

—Mamá, mamá despierta por favor Lucy está llorando -Su pequeña y dulce voz se oía como un eco en la casa y no dejaba de moverla- Mamá, mamita despierta ya no duermas tengo miedo.

Gruesas lágrimas recorrieron sus mejillas y se inclino a abrazarla, solo quería que su mamá se levantara, ella solo quería ver a su mamita bien, sonriendo y cantandole como siempre.

Lo último que recordaba era escuchar a su padre gritar “Esto lo hice por amor, Aranza ella se busco yo la amo y por eso lo hice. Ella le estaba sonriendo al de la tienda fue su culpa”

La niña no entendía mucho pero lo que nadie sabía es que esas palabras terminarían haciendo que algún día ella siguiera esos patrones.

Porque en el fondo todos seguimos por inercia lo que nuestros padres nos enseñaron ya sea de forma involuntaria o no, esa pequeña niña aprendió de forma inconsciente y errónea que quien te quiere te lastima.

Y aprendería de la forma más dura que eso no era así porque quién te ama jamás te lastimaria.

Los celos no deberían existir ni menos decir que son por amor, porque los celos siempre serán enfermos.

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A más tardar este fin de semana actualizo trataré que sea antes.

El Diario De Una NinfómanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora