33- Bestia

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Día de la paliza (Retroceso)

Me sentía totalmente enfurecida quería matarlo quería que pagará por cada golpe, cada humillación, cada escena de celos, cada vez que me alejo de mi familia o amigos

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Me sentía totalmente enfurecida quería matarlo quería que pagará por cada golpe, cada humillación, cada escena de celos, cada vez que me alejo de mi familia o amigos.

Por cada vez que me pisoteó, jaloneo o dejo moretones por cada vez que tuve que cubrirlos con ropa o maquillaje.

Deseaba acabar con él... pero no lo hice.

Simplemente paré, me detuve cuando sentí que las patadas eran suficientes y en realidad los golpes con dicho palo de escoba no había sido tantos solo unos cuantos para que pudiera estar aturdido y no lastimarme más.

Con la respiración agitada me gire sobre mis talones para observar mi imagen ante el espejo, casi grite de agonía al verme ahí reflejada.

Ya no era yo ahora era un saco de boxeo lleno de hematomas con un ojo negro casi cerrado, me desvestí de la cintura para abajo solo quitándome las mangas de aquel vestido que antes adore y ahora repudiaba recordándome lo vivido.

¡Oh Dios! La imagen era todavía peor en mi abdomen, costillas y espalda, estás se encontraban en tonos azules esparcidas en diferentes partes de mi caja torácica.

Me dolía todo el cuerpo, mis músculos estaban agarrotados y tensos me sentía totalmente vulnerable en aquel frío baño donde el silencio era tal que asustaba.

Ya no quise seguir viéndome, así que volví a subirme el vestido al menos así se ocultaban un poco los golpes.

Me sentía avergonzada y humillada por haber permitido esto.

Me preguntaba ¿Dónde quedaba aquella chica fuerte que no se dejaba de nadie? ¿Dónde quedó aquella chica que defendía sus derechos? ¿Dónde quedó aquella chica que era agresiva al más mínimo intento de que la lastimaran?

No sé que me pasó, no sé cómo me convertí en una mujer golpeada y maltratada por su pareja.

¡Por Dios, yo era fuerte! Me peleaba con todos los que intentarán hacerme daño a mi o a los míos... y ahora estoy llena de moretones.

Empecé a sollozar ya la adrenalina que tenía hace unos minutos se iban esfumando dando entrada al dolor producido por la paliza tan atroz del que creía que era el amor de mi vida.

Quería irme de ahí correr lejos pero el dolor físico y emocional no me lo permitían.

¡Joder creo que me rompió las costillas! ¿O no?

No lo sé pero me duelen horrible.

—Daniel: Ay nena debiste seguir golpeando, nunca debes dejar el trabajo a la mitad.

Me quedé helada al escuchar su voz, levanté mi mirada hacia el espejo para encontrarme con el a mis espaldas.

Ahí estaba ensangrentado, golpeado, tambaleándose a los lados se veía aturdido y mareado pero eso parecía no detenerlo. Sus ojos reflejaban oscuridad y furia, sus nudillos estaban en puños llenos de mi propia sangre.

El Diario De Una NinfómanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora