32- Caída libre

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¿Acaso no es sorprendente como la vida puede dar un giro inesperado tan repentino tan impredecible que cambia todo poniendo patas arriba en solo unos nanosegundos?

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¿Acaso no es sorprendente como la vida puede dar un giro inesperado tan repentino tan impredecible que cambia todo poniendo patas arriba en solo unos nanosegundos?

Eso me pasó a mí.

Soy Lucia tengo 18 años, soy homosexual, soy esa chica que se tomó un año sabático porque no sabía muy que lo quería estudiar, la que piensa en su amada novia Lia y lo afortunada que es por tenerla. La que vive con su madre, su hermana mayor y ahora padrastro, que trabaja de mesera en el negocio familiar pero que ahora quizás todo eso ya no importe pues tal vez no sobreviva.

-Lia: Noooooo Lucyyyy....

Escucho su grito desgarrador mientras veo como se deshace en lágrimas, se que en segundos mi cuerpo impactara contra el suelo de tierra y piedras ocasionando mi posible muerte.

Tal vez no fue la mejor idea subir a ese árbol hueco de casi 10 metros pero la verdad la vista era increíble de niña siempre quise escalar pero papá no me dejaba.

-Papá: No, no pequeña ángel no te atrevas a escalar o podrías caer, creeme que de esa gran altura no sobrevivirías y no me perdonaría si algo te pasará.

Mencionó tomándome de los hombros mientras yo admiraba ese árbol, él sabía que era demasiada tentación para mí así que lo único que hizo para que fuera feliz fue poner un columpio.

Recuerdo pasar las tardes enteras columpiandome rezando con todas mis fuerzas pidiendo llegar al cielo y quizás desde lo alto encima de una nube podría ver a mi mamá y a mi hermana para por fin irme con ellas.

Siempre amé ese árbol y ese columpio pero ahora era causante de que haya caído.

Ay Lia si lo último que tengo ver antes de morir es tú hermoso rostro, creeme que me iré feliz.

Dos días antes

Habíamos llegado a la casa donde vivía antes con papá, la cual por cierto tenía muchos cambios ahora era de color azul las ventanas habían sido renovadas ya no había goteras en el techo y hasta tenía flores afuera.

Nada que ver a la casa que deje hace años esa que en algún momento fue blanca pero con los años se destiño y las ventanas ya eran demasiado viejas al igual que todas las puertas que rechinaban al usarse.

Según mamá todo este tiempo se la estuvo rentando a una ancianita llamada Martha la cual vivía sola, ella no tuvo problemas de dejarnos quedar a Lia y a mí unos días.

Nos dio dos cuartos separados pues no sabía que teníamos una relación y la verdad no creímos que valiera la pena decirle.

Otra cosa es que aquí había muy mala recepción los celulares no daban señal muy apenas pude avisarle a mamá que llegamos bien por el teléfono fijo de aquí solo que con la lluvia de esta noche la luz se había ido por lo que ahora no teníamos ni ese medio de comunicación.

El Diario De Una NinfómanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora