18- Cuando una madre llora

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Capítulo Especial

El reloj de la pared marcaba la 1:39 am.

A solo  21 minutos, 54 segundos de que dieran las 2:00 de la mañana.

Veía las manecillas del reloj avanzar lentamente, cada microsegundo se me hacia eterno y la maldita televisión que solo encendi para hacer compañia no ayudaba en mucho.

Volví a marcar el número de Jessica y no contestaba después el de Lucy pero tampoco obtuve respuesta.

Movia mis dedos con desesperación sobre el mueble haciendo ruido con estos, mi pierna se movia con desesperación y volví a mirar el reloj 1:40 am.

Sin detenerme a pensar un minuto más fui escaleras arriba a mi cuarto donde tome un abrigo, algo de efectivo junto con mi billetera donde tenía una foto de mis hijas de hace unos meses. Las dos abrazadas sonriendo a la camara llenas de harina por toda la cara.

Ese día preparabamos panecillos para la venta de pasteles de la escuela de Lucy.

Apague todas las luces incluida la televisión que justo ahora pasaban un artículo electrodoméstico multi-usos pero ni le preste atención.

Me asegure una vez más de llevar  todo lo necesario mientras pensaba que fue una pésima idea prestarle a Jessica el carro pero hace una horas creí que era lo mejor pues así podría traer a su hermana de regreso.

Además era un buen truco que yo siempre usaba, pues sí le prestaba el auto me aseguraba que no tomara ya que cuando aprendió a manejar le hable de los accidentes estando en estado de ebriedad.

Salí de casa sin antes haber pedido un uber, mientras lo esperaba volví a intentar llamarlas pero ninguna contestaba.

¡Maldita sea ¿Para que les compre un celular a cada una? Sino lo van a contestar!

Suelo regañarlas y arrebatarselos de las manos cuando me enojo porque no se despegan de esos aparatos pero cuando se les llama jamás responden.

Esas dos niñas me iba a oír cuando las viera les iba a caer el castigo de su vida.

Ví que llegó el uber, me asegure que fuera el mío me subí le indique el destino y arrancó.

Iba a encontrar a mis bebés fuera donde fuera, hasta por debajo de las piedras si era necesario.

La negrura de la noche y la soledad de las calles acompañado del frío nocturno no ayudaban mucho para calmar mis nervios.

El conductor noto mi incertidumbre intento hacerme plática pero yo tenía un nudo en la garganta que ignore todas sus preguntas así que al final se rindió y siguió con su trabajo en silencio.

Ya había llamado a los amigos de Lucy para preguntar por ella pero me dijeron que ellos al final no fueron a la fiesta.

Esta niña, no entiendo porque se quedó en la fiesta si se supone que iría con ellos.

Esto no me olía bien, algo había pasado.

Dicen que cuando eres madre se te despierta un sexto sentido y bueno yo antes de tener a Jessica entre mis brazos no lo creí, pensé que solo eran cosas que las madres decían para tenerte controlada.

Pero cuando nació y la tuve entre mis brazos la ví ahí tan delicada, tan pequeña tan frágil, recuerdo que lloraba como loca pero cuando la abrace acercandola a mi pecho se calmó.

Le prometí que nada malo le pasaría y que cuidarla de ella por siempre, yo tenía solamente 16 años cuando eso pasó.

No sabía el infierno que se avecinaba y que no podría cumplir mi promesa, mis padres me casaron con un chico mayor yo era tan sumisa que accedí.

El Diario De Una NinfómanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora