Capítulo 31. Parte 1.

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Este capítulo es para @pauliMalena, espero te guste muchísimo, te he visto muy seguido por aquí así te mereces uno, con todo nuestro amor y esperamos leerte por aquí. 💛







―No puedo hacerlo ―me rehusé―. ¡Me veo ridículo! ¡Es una burla!

James gruñó molesto con mis quejas, mientras batallaba y peleaba para colocarse el diminuto disfraz.

―¡Al menos a ti te queda grande! ¡No que a mi parece que se me saldrá un huevo! ―espetó.

Solté una carcajada mientras lo veía dando brinquiño para ponerse el pantalón ajustado.

Me miré al espejo de nuevo y la risa se apagó. Demonios, me veía ridículo. No era lo que esperaba para nada. Una maraña de una peluca negra y un sombrero me golpeó en la cara cuando James me los aventó.

―Tienes que ponértelo completo para qué combine, idiota.

―¡Una mierda que lo haré! ―advertí.

―Arrg, tienes un tesoro, arrg, que encontrar ―se burló.

Lo miré, enarcando una ceja.

―¿Y tus medias, campanita?

Su sonrisa se borró y me saco el dedo del medio.

De todas las obras que existían, esa preparatoria decidió hacerla de nada más y nada menos que de Peter Pan. ¡Que maravilla! ¡Me toco ser el capitán Garfio!

Me miré de nuevo al espejo, mientras me colocaba la peluca oscura y larga, quería llorar de la vergüenza mientras me veía dentro de ese saco largo con tonos rojos oscuros, detalles dorados, un bendito pantalón morado y esa cosa blanca que me estorbaba en el pecho. Pero para ser una anciana la que hizo este disfraz, debo admitir que hizo un gran trabajo.

Me giré para ver a James que terminó de colocarse el disfraz completamente verde de Peter Pan, le quedaba ajustado, pero no demasiado como se quejaba.

―Tu disfraz es verde, técnicamente puedes ser un Hulk desnutrido ―solté para picarlo.

―Vete a la mierda ―graznó, pero al segundo empezó a reír y me aventó algo―. Ponte tu garfio, pirata.

Observé el objeto color plateado y de plástico con irónica burla.

―Me va a faltar brazo ―dije cuando me lo puse al final de mi muñón―. Ni siquiera me llega a la altura de donde esta mi mano ―comparé la distancia, elevándolas y se miraba ridículo. Aun con el garfio en mi muñón no llegaba a tener la misma distancia.

Se acercó para observar y asintió con diversión.

―¿Y si te pones un cartón? ―sugirió, pero sabía que me provocaba, ya que trataba de ocultar una risa con un semblante serio. Pero es James, él no sabe estar serio.

―¿Y si te vas a la mierda? ―contraataqué, entornando mis ojos en su dirección.

Se encogió de hombros y sonrió burlón.

―No tengo ganas hoy, tal vez otro día y con más calma.

Me reí inevitablemente con su respuesta. Es un idiota, pero este idiota es mi mejor amigo. Dejé caer mi cabeza hacia atrás y solté un suspiro nervioso. Él se acercó hasta mi lado y apretó mi hombro.

―Todo saldrá bien, hermano, el baile saldrá genial ―trató de tranquilizarme.

Pero no era eso lo único que me preocupaba. Asentí con una sonrisa rígida. Tomó nuestras cosas y las escondimos en un casillero del baño.

El club de los InadaptadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora