Capítulo 4.

1.4K 222 189
                                    

Bien, lo pondré en contexto.

Cuando James y yo estábamos en la cima del béisbol, ganando campeonatos, entrando a ligas menores, siendo exitosos en lo que hacíamos que era jugar. Éramos importantes, respetados y aclamados.

Toda la universidad quería estar con nosotros, en nuestros juegos o fiestas, teníamos todo a nuestro alcance cuando lo queríamos.

Pero como siempre, hay una contraparte y ahí entra el aula "I".

Todos los que entran ahí, son un selecto grupo de personas que han pasado por un problema que no les permite socializar, son chicos invisibles a los ojos de todos y objetos de burlas de los "importantes" de la universidad.

En incontables ocasiones James y yo hacíamos acopio de nuestras influencias para humillar a los integrantes de ese salón, nos mofamos de sus intentos por sobresalir en las campañas comunitarias o actividades recreativas.

Nunca me importó el daño que podría provocar con lo que hacía o que el destino de mierda me haría la peor jugarreta de mi vida dejándome así.

Y peor aún, que me tocará asistir obligatoriamente a esa aula y con esas personas -que ni siquiera sé sus nombres- que un día tanto atormente.

Así que retomando a donde estoy yo...

―¡Pásame la botella, quiero beber en nombre de ella! ―gritaba mientras cantaba en mi habitación, con mi cerveza y la música a todo volumen.

―¿En serio, Wesley? ¿Esto es lo que harás por lo que te hizo Celia? ―cuestiona mi buen amigo James.

―Sí, hip... ¿Qué, hip... otra cosa, hip... puedo hacer? ―respondí hipando entre palabras.

―Tal vez salir adelante... Tal vez entrar a las clases especiales que te dijo el tutor... Tal vez no amargarte con la vida.

―No, yo no iré a esas malditas clases. Y... ¿Para qué estar feliz?, si solo, hip... vivo por que estoy vivo, no por que, hip... tenga ganas de estarlo ―espete, dándole otro gran sorbo a mi botella.

Hasta que me fue arrebatada de mis manos, haciendo que se tirara sobre mi pecho.

―¡Hey, dame eso! ― bramé.

―¿Cuántos dedos tengo? ―interrogó James, con su mano al frente de mi cara.

―Yo que sé, hip... tal vez 12.

―Sabes que está contraindicado beber alcohol cuando tomas medicamentos, ¿cierto?

Me encojo de hombros sin interés y apunto con mi barbilla hacia la puerta para que se largue.

―Oh no, mi hermano, a mí no me vas a correr.

Gruñí con frustración y me levanté de la cama tambaleante, con el piso moviéndose.

―¿Qué quieres?

―Tus padres están preocupados por tu actitud ―levanté la vista a James―. Tienen miedo de que hagas algo contra ti mismo, te han visto más emocional hace un mes y hoy los tienes asustados.

Me llevé mis dedos a mi frente para masajearla, me empezaba a dar jaqueca.

―Se asustan, hip... por todo.

―Su hijo que acaba de salir de un accidente que lo dejó sin un brazo, está encerrado en su habitación bebiendo botella tras botella de alcohol después de que su novia con la que duró 2 años lo haya terminado porque lo engañaba con el chico que mientras jugaba béisbol trataba de sabotearlo... Creo que tienen suficientes razones para pensar que atentaras contra ti ―terminó de manera rotunda levantando sus cejas.

El club de los InadaptadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora