Epílogo.

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―¡Apúrate, James!

―¡Ya se te está haciendo costumbre apurarme, animal! ―bramó, caminando con rapidez detrás de mí.

―¡No te apresuraría si caminaras más rápido! ¡Vamos a llegar tarde!

―¡Cálmate! Llegaremos a tiempo.

Hoy sería la plática que darían los chicos en el gimnasio, pero por situaciones que aún desconozco de James, llegó tarde por mí.

―¿Por qué llegaste tarde... de nuevo? ―pregunté sin dejar de apresurar mi paso.

Balbuceó un poco antes de continuar y seguido, sonrió incómodo.

―Se me atravesó otra vaca.

Lo observé desde mi hombro, enarcando una ceja.

―Fingiré que te creo por ahora ―advertí―. Solo porque tenemos que entrar al gimnasio.

Soltó una carcajada y asintió. Caminamos por un par de segundos, hasta que llegamos. Abrimos la puerta y nos paralizamos. La sorpresa nos embargó en cuanto vimos a todos los alumnos reunidos abajo y todos los pertenecientes al aula I arriba del escenario. Con una señal hacia James, nos encaminamos hacia el escenario donde esperaban mis amigos y novia, muy nerviosos. Traté de no interrumpirlos, porque se veía que hablaban de una manera acalorada, pero en cuanto me vieron se relajaron.

―¡Wesley Reed! ¡Por un momento creí que no vendrías! ―me riñó mi rubia, acercándose a paso decidido, frunciendo su ceño.

Me reí con diversión y me incliné para besar su frente, justo en su ceño.

―Por nada del mundo me lo perdería ―susurré―. Te extrañé.

Elevó sus cejas en asombro al escuchar mis palabras.

―Pero nos vimos ayer...

Me encogí de hombros, sin dejar de sonreír.

―Mucho tiempo para mí.

Su rostro permaneció aturdido, sin poder reaccionar y mi sonrisa se borró un poco.

―¿Dije algo malo? ―pregunté confundido.

Ella volvió al momento y negó con rapidez.

―No, claro que no... Es solo que nunca me habían tratado así.

Mi boca se abrió, estaba sorprendido de su confesión, pero sabía que se refería a su pasada relación con David.

Sobre él... no sabremos nada por un buen tiempo. La oficial encargada de los casos de agresión digital escuchó los testimonios de cada chica, que eran similares y Lutzia contó su versión. Las entendió y aseguró que cada denuncia iba a ser procesada de manera legal.

Y así fue.

David fue detenido dos días después, junto con su celular, computador y cámaras de video, todo lo que fuera una prueba contra él. En cuanto Lutzia se enteró, la pasó muy mal. El miedo de que él saliera libre y se quisiera vengar hizo mella en ella. Tanto que me pidió, justo ese día que llovía, que nos alejáramos al campo de la universidad y nos recostáramos. No me molesté ni un poco, incluso me sentí tan feliz de ser el apoyo que ella quería en ese momento. Y como ya era costumbre entre nosotros, no necesitamos hablar.

Gracias a Carl que habló con el director, reconsideró la decisión de correrme después de ver que la denuncia contra David si había procedido. Así que oficialmente, vuelvo a ser alumno de esta universidad. Lo que no se pudo evitar fueron las habladurías ni murmullos de los estudiantes, en cuanto se enteraron fue una bomba contra todas las chicas, en especial de Lutzia. Pero sigo pensando que el día de hoy lo estamos superando.

El club de los InadaptadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora