CAPITULO 10

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Nathanael

Mientras volaba hacia el recinto del ala angelical, se preguntó qué pensaría Zoey respecto a ser una beba hablando de manera inmortal seguramente le parecería una muy buena historia y pensar él tenía aproximadamente unos quinientos mil años, ya ni siquiera recordaba el día de su cumpleaños con el tiempo ni su edad exacta ya que hacía mucho tiempo que nadie, aun menos el mismo se lo había cuestionado.

En la distancia pudo divisar el hogar de los ángeles guardianes de esta región, aparentemente habitaban en unas cuevas, las cuales se modificaron para su beneficio, quienes lo habitaban, seguro le ofrecerían su hospitalidad dado su estatus entre los de su clase. Pero definitivamente seria en cuanto pasase el peligro en el que se hallaban quienes habitaban el lugar.

Al posar sus pies en la piedra altamente pulida de la salida de la cueva noto que dos ángeles salían en su encuentro.

-Buenas noches Guerrero – lo saludo un pelirrojo inclinando su cara en reconocimiento – mi nombre es Sariel y él - señaló al moreno - es Abariel. Dinos ¿cómo te podemos ayudar?

-Buenas noches a ustedes, agradezco el recibimiento – replico Nathanael – me gustaría hablar con el encargado de la región si no les representa ningún inconveniente Sariel.

-Oh, claramente no señor - dijo apresuradamente Sariel – si nos acompaña le guiaremos hasta Lady Caila estoy seguro que se alegrará de ver un rostro diferente. - explico un sonriente Sariel.

-No es por parecer negligente, pero tengo entendido que Mizar es quien lidera esta ala compañeros – se explicó a su vez – no quiero hablar con un segundo.

-señor, en verdad no podemos ponerlo en contacto con ningún otro de momento – hablo Abariel viéndose incomodo repentinamente.

-Por favor les sigo – replico dándose cuenta que no ganaba nada empecinándose.

El ingreso en la residencia angelical parecía un poco rustica, sin embargo, a medida que avanzaban por los pacillos pudo ver como el tallado sobre la roca de la montaña se convertía en intrincados y delicados detalles que tal vez requirieron años para el artista. Pasaron por variados sectores, le pareció muy conveniente que sus acompañantes seguían en absoluto silencio.

Sabía que sería poco apropiado preguntar, cuando ambos se estaban comportando de la manera adecuada según las tradiciones, teniendo en cuenta la situación en la que se encontraban, al girar por el pasillo pudo ver una enorme pintura puesta sobre la roca un lienzo de un tamaño descomunal. La escena describía al detalle el día de la tragedia donde los combatientes perdieron sus alas al retar la voluntad del padre en una muestra de rebeldía. Ese día él mismo perdió una parte importante de su familia, su única familia en una batalla iniciada por motivos que en su opinión carecían de peso real y esto constantemente le atormentaba.

-Guerrero – escucho que lo llamo Sariel indicando una gran puerta para ingresar – es por aquí.

Sabía que quedarse viendo fijamente esa pintura no cambiaría su pasado ni mucho menos alteraría el futuro – una obra de arte exquisita – se encontró diciendo Nathanael en forma apreciativa.

-Supongo que llevo tanto tiempo conviviendo con ella que ya ni siquiera me detengo para apreciarla señor – replico Sariel.

Realizando un movimiento afirmativo con su cabeza continúo avanzando por el pasillo, noto que Abariel empujo la puerta con apariencia robusta pues en ella se podían apreciar tallados en diversos idiomas que seguramente ya se habían perdido en el tiempo y que tal combinación creaba una compleja obra artística de otra época, entonces lo vio, como el ángel se acomodaba al costado de la entrada sosteniéndola.

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