CAPITULO 23

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Nathanael

Le costó todo de si para dejarla en la habitación de aquel pequeño hotel, desconocía los motivos por aquel impulso pero, podía reconocer que un lugar dentro de sí que nunca pensó respondería funcionaba en respuesta a esa hibrida valientemente, a esa pequeña mujer frágil y fresca, ubicada en esa habitación, en un pueblo pequeño seguro ninguno de los habitantes del lugar tendría la culpa por aquello que se avecinaba cerca de sus puertas, eran muchísimos los hijos del padre que estaban vulnerables y necesitaban protección de aquellos que fueron bendecidos con los dones del Padre.

Muchos estimarían que la tendencia a pensar en el creador celestial, con ángeles preferidos a unos sobre los otros, pero la gran verdad universal es que todos nos encontramos dotados con todo lo que necesitamos ya sea fragilidad humana que para algunos inmortales resultaba similar a un suspiro de sus longevas existencias.

Los dones del padre fueron distribuidos para darnos características especiales, de eso Nathanael estaba totalmente seguro el mismo se encontraba en el bando de los que podrían considerarse con exceso de dones celestiales sin embargo el en ningún momento deseo obtener les capacidades que le fueron otorgadas, en todos los años que tardo en aprender a controlar no solo sus dones sino además a canalizar todo ese poder que conllevaba una responsabilidad titánica que se le fue otorgada.

El escuadrón de Élite era casi un mito entre los de su especie, los escuadrones angelicales estaban dentro de un rango diferente por ello lo menciono frente al glifo, no era que engañar al enemigo fuera necesario, pero, medir las fuerzas del bando contrario consistía en un instrumento estratégico excelente, el involucrar los escuadrones angelicales advertiría que prepararían, los estarían esperando.

Sus responsabilidades, en algún punto le habían enviado por el camino de la autodestrucción puesto que algunas tareas encomendadas le habrían partido el corazón no por la crueldad de aquellos actos grabados en su alma, pues siempre serian parte de él, como una cicatriz que le enseño una dura lección sobre la convivencia entre todos los hijos del Padre creador.

Un movimiento en la periferia de su campo de visión le informo de la llegada del escuadrón, es verdad que todos estaban altamente capacitados para ser invisibles además de mortíferos dependiendo de la ocasión.

-Padre – dijo Einar mientras realizaba una reverencia como lo estipulaba el protocolo – estamos preparados para seguirte, guía nuestros caminos.

-Einar, que te he dicho sobre llamarme padre – dijo tratando no sonar severo, pero si conciliador frente a ese tema en particular – como han estado, llevo bastante tiempo sin veros.

-Nos hallamos en el mejor lugar, con adecuadas instalaciones de entrenamiento y desarrollo – dijo mientras se le iluminaba su rostro al contar con la atención de su Padre – es maravilloso, has sido tremendamente generoso con nosotros teniendo en cuenta nuestro propósito nos brindas la opción de elegir el curso de nuestras vidas.

-Hemos tenido esta conversación muchas veces, tú eres tan importante como yo mismo Einar, - les reconoció señalándoles mientas recitaba sus nombres - igual que Aren, Esben, Eyra, Gerb, Hans, Viggo, Elin, Lena, Seren, Ivar y Kaira. –mientras todos tomaban su lugar cerca.

-Tomas responsabilidades sobre tus hombros que deberían ser divididas entre todos nosotros – defendió Viggo a Einar.

-Como están tan habidos de acción en el campo tengo un plan que se desarrollara sobre la marcha – dijo no muy convencido.

- ¿Cuál es el problema? – inquirió nuevamente Viggo.

-El problema es que todo depende de una Pequeña Mariposa – al ver la expresión de los rostros de su grupo añadió – ella es más importante que todos nosotros juntos, es una beba hibrida criada entre humanos.

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