Un año antes...
Llegaría tarde, era su primer día y no había manera de llegar a tiempo, además, parecía que nada en el mundo se hallaba a su favor, el trasporte público se retrasó, la lluvia inesperada había arruinado su aspecto, pero claro el universo parecía odiarla, Dios, el Karma, chiva, buda o lo que fuera que regía el orden de la vida misma. Se podría decir, que nada la salvaría de llegar tarde su primer día en el trabajo.
Zoey Hope, lo había dejado todo atrás, había cambiado su vida al completo: un nuevo país, idioma, clima, hogar y todo aquello que amaba por una mejor oportunidad para todos aquellos que son parte de su corazón, su vida misma.
Simplemente perfecto, salvo que si perdía esta oportunidad no sería la única que perdería, toda su familia estaba esperando el milagro del cambio gracias a ella, para sus seres queridos ese trabajo bien remunerado significaba mucho, Zoey necesitaba ayudarles en retribución por todos sus esfuerzos en apoyarla sin importar que y no importaba lo que tuviera que hacer nada la detendría.
Mientras caminaba por la calle, se preguntaba a si misma cuanto estaba dispuesta a hacer por sus seres queridos, estaba claro que no querían que partiera, pero no habría otra forma de hacerlo. Cerca de su nuevo lugar de trabajo, decidió que no daría excusas, era su error y lo asumiría como tal, para el día siguiente sería mucho más cuidadosa y tomaría precauciones para evitar que volviera a ocurrir.
Antes de cruzar la calle se dio cuenta que muchas personas más parecían tener igual de prisa que ella, pero simplemente no importaba, el hombrecito del semáforo se tardaba una eternidad en cambiar, en su opinión la retrasaría muchísimo, definitivamente estaba perdiendo tiempo valioso de su vida allí esperando e indiscutiblemente no había manera de recuperar ese intervalo de vida.
El edificio de al menos siete pisos se encontraba frente a Zoey orgulloso, no encontraría mejor manera de describirlo, también podrían contarte millones de historias esas paredes tan antiguas y conservadas de maneras insólitas, no sabría decidirse respecto a la época de construcción pues tenía características que podría atribuir a las diferentes épocas, culturales y había sobrevivido intacto a numerosos eventos de forma sorprendente.
Su cuerpo sentía una especie de calidez por este lugar que era inexplicable por otro lado poco común teniendo en cuenta su pasado, eventos que la llevaron hasta donde se encontraba, en definitiva, debía ponerse a trabajar o sus divagaciones harían de su día largo e interminable.
Al finalizar la mañana se daba cuenta que al parecer ella era la única que notaba su propio retraso y el mismo afán por corregir su propia equivocación, tal vez debiera empezar a preocuparse por su cordura, sin embargo Zoey sabía que nadie en el mundo le creería todos aquellos sueños que la perseguían como premoniciones, la atraían a lugares específicos como si de un imán con un poco de hierro se tratase no, no podría decirlo a nadie ya la habían medicado, encerrado y llevado a rituales que sabía que no funcionarían, nada lo hacía.
La única vez que decidió que iría a uno de esos lugares había adquirido unas extrañas manchas en la piel tan detalladas como un tatuaje, su amigo Max había dicho –"de una inigualable belleza, pensada como si la naturaleza de tu alma fuera plasmada en un lienzo" poético sí, pero nada más alejado de la realidad. Zoey no tuvo el valor para revelar a su amigo que nadie le había tatuado aquello en el cuerpo, a pesar de la insistencia de Max por conocer al artista.
Su vida y todo por lo que pasó comprobaba que para Zoey no había forma de encajar, lo sabía, sentía dentro de sí misma que le faltaba algo, tenía esta certeza desde hacía mucho tiempo era consciente de ello, sin embargo, no tenía ni idea de que era todo un enigma que camuflaba a través de las historias reales o de fantasía que leía casi todo el tiempo.
¿Qué importancia tenían estos pensamientos ahora? Cumplió veintisiete hacia poco, lo mejor que podía hacer era adaptarse a su nueva realidad lo antes posible.
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LA BRUJULA
FantastikDonde la fantasía se torna en realidad y lo imposible es meramente una suposición, nadie se encuentra seguro.