Capítulo 22, sacrificio

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—¡_-________! —sintió su voz desgarrarse y como su corazón se detenía

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—¡_-________! —sintió su voz desgarrarse y como su corazón se detenía. Le había salvado la vida al interponerse como escudo humano, tal como Tsukasa hizo con Mirai para defenderla de Hyoga, ahora ella lo hizo para defenderlo de Mozu.

—Vaya, tienes una cara bonita... Que desperdicio —sonrió el de rastas con arrogancia y superioridad mientras la fémina escupía sangre y sujetaba el arma que atravesaba su estómago temblorosamente.

El moreno reaccionó rápido cubriendo su rostro con su lanza ante el golpe que la peli______ le proporcionó en cuanto sacó el arma que la atravesaba, comenzó a retroceder y con dificultad se cubría de los consecutivos golpes y patadas.

—Tch, ¡mierda! «Es muy fuerte y más rápida que Kirisame aún estando herida, si esto se prolonga más, perderé. Morirá de todas formas, pero ese bastardo de Hyoga me alcanzara para entonces».

En su desesperación por verse abrumado por Hyoga comenzó a buscar a sus aliados para matarlos, Saionji fue a la primera persona que vio. Estaba de espaldas no lo notaría, antes no lo hizo a pesar de que tenía buen oído en teoría.
Jamás espero que alguien se usara de escudo y mucho menos que diera una buena batalla. Nuevamente se sentía acorralado, pero notó que sus golpes carecían cada vez más de fuerza y velocidad, fugazmente vio detrás de ella, se estaba desangrando rápidamente por lo que sonrió y al ver a una niña fue a atacarla después de todo, saltaría a protegerla y daría fin a su vida.

—Sácala de aquí —habló al pasar a su lado el albino luego de usar su lanza para protegerlas y Mozu al notarlo no iba a permitirlo—. Tu pelea es conmigo —el contrario gruñó al ver como escapaban, no contaba con que Hyoga se recuperara rápido.

La latina tropezó y cayó al suelo rodando protegiendo a Suika hasta que se zafó de sus brazos en la última vuelta al carecer de fuerza, quedó mirando el cielo; su respiración se torno irregular y superficial, estaba cansada y comenzó a toser sangre nuevamente. Mozu sin duda era fuerte, pero estaba feliz.

—¡__________! —se acercó torpemente mientras las lágrimas obstruían más su visión. Sus lentes habían volado, pero no le interesaba en lo más mínimo—.¡_________! —comenzó a gritar cada vez más desesperada mirándola a su rostro el cual se veía borroso.

Su piel normalmente bronceada estaba blanca como la nieve y brotaba demasiada sangre de su herida, boca y nariz; con sus manos trató de retener la salida de sangre, pero era en vano, se filtraba por sus dedos.

—Perdóname... Mirai —la pequeña rubia no pudo más que gritar con toda su fuerza al notar que su pecho ya no se movía a pesar de tener una mueca como intento de sonrisa y sus ojos de color extraños como solía decirles, abiertos.

—Ese grito, ¡Suika! —Ryusui alarmado volteó su cabeza, pero la petrificación ya lo había alcanzado sintiendo terror de que algo malo le haya pasado, debió notar que ella no lo fue a despedirse y que sus intenciones era viajar en el Perseo.

Lazos efímeros (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora