Capítulo 3, frágil calma

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Abrí los ojos de golpe, una pesadilla

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Abrí los ojos de golpe, una pesadilla. Tenía el corazón latiendo a un ritmo acelerado y un sudor helado por todo el cuerpo, sentía el peligro aún latente. Me senté para calmarme un poco, trataba de regular la respiración en el mayor silencio posible para no despertar a Tsukasa y siguió durmiendo para mi suerte. Noté que tenía la mano vendada, eso trajo a mi mente todo lo que ocurrió en las últimas 48 horas.
Mi respiración lentamente volvió a su estado normal, maldecí todo lo que ocurrió por ese rayó misterioso y salí de la habitación. Comprobé que ya estaba por amanecer y hacía demasiado frío, camine hacía el río para lavar mi rostro. Será difícil acostumbrarme a mi nuevo reflejo, no me reconocía.
Decidí que era hora de volver a la cueva pero me detuve a admirar la vista desde lo alto. El sonido de rocas chocar llamó mi atención, Yuzhuriha parecía caminar con rapidez y cautela sin notar la presencia del arquero desde un árbol. El albino estaba desde una copa muy alta, imposible de ver desde el suelo. Todo era extraño pero no me incumbía, la castaña tenía un comportamiento extraño y él era uno de los más fuertes, la mano izquierda de Shishio Tsukasa y estaba investigando a la adolescente.
Respiré profundamente antes de ingresar, sabía que estaba despierto pero aún mantenía sus ojos cerrados. Al sentarme en la cama, sentí sus fuertes brazos atrayéndome como si fuera un peluche.

—¿Dónde fuiste? Desperté y no estabas —su voz sonaba somnolienta. Me di la vuelta y comencé a acariciar su rostro corriendo sus pequeños mechones rebeldes.

—Solo fui a lavar mi rostro y esas cosas. Parece que ya está por amanecer —noté como abría los ojos lentamente— «Es tan lindo y el color de sus orbes me gustan mucho. Un color ámbar oscuro acompañado de una gran cantidad de pestañas».

Era muy hermoso físicamente, pero su personalidad era muy diferente ahora. ¿Realmente era Tsukasa? Algo en él era muy diferente.

—Ya veo, pronto debemos comenzar el día —sonrió apenas levantando la comisura de sus labios—«Otra vez esa mirada vacía... Parece tenerla siempre. ¿Cuándo cambiaste tanto?» —pensó mientras comparaba como era cuando su relación estaba en sus inicios.

—Sí, una rutina muy diferente a la que estoy acostumbrada —me separé de su lado para poder tomar su capa y cubrirme con ella, sabía de antemano que odiaría el invierno.

—Te acostumbraras rápido. Siempre lo haces —se sentó y comenzó a estirarse—. Buenos días.

—Buenos días. Debo revisar tu herida antes de que salgamos —asintió y comencé con mi labor luego de lavar mis manos. Estaba mejor pero aún no sanaba por completo—. Listo, ahora a levantarse. Ser joven tiene sus ventajas, en pocos días estará sano. Mientras cambiemos el vendaje con regularidad, evitaremos infecciones.

Volví a guardar los suministros luego de imitar el tratamiento en mi mano mientras escuchaba como se vestía. Al darme la vuelta ya estaba listo por lo que salimos tomados de la mano.
Todos estaban despertando, la rutina comenzaba y fuimos por frutas como desayuno.

Lazos efímeros (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora