26, guerra declarada

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Con pesar los orbes de la fémina fueron abriéndose hasta acostumbrarse a la luz para luego sentarse y refregar sus ojos, su mirada se posó en la espalda desnuda del arquero

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Con pesar los orbes de la fémina fueron abriéndose hasta acostumbrarse a la luz para luego sentarse y refregar sus ojos, su mirada se posó en la espalda desnuda del arquero.

«Gracias por interrumpir, Lechuga. La espera tuvo su recompensa» —sus manos tantearon en la cama para buscar su ropa interior y una prenda que colocarse.

Lo primero que encontró fue la prenda superior del albino, la cual le iba muy suelta, pero poco le importó y procedió a lavar su rostro; agradecía que cada cuarto tuviera un baño privado o un intento.

Luego de asearse nuevamente se dirigió a la cama para despertar al General, pero éste la abrazó por la cintura con fuerza mientras enterraba su cabeza en sus pechos. La peli_____ solo acarició su blanca cabellera y espalda con delicadeza cediéndole los cinco minutos más que murmuró, aunque tuvo que retener una risa luego de un minuto cuando soltó un pequeño ronquido; recibir caricias en el cuero cabelludo sin duda era la debilidad de Ukyo Saionji.

El siguiente en despertar fue el ex-marín por el ruido proveniente del exterior, aún estaba cansado, pero tanta actividad fuera implicaba que se quedaron dormidos y efectivamente ella lo estaba cuando se apartó con cuidado. La tapó con la manta y procedió a vestirse con las partes inferiores de su ropa de manera lenta y luego ir a lavar su rostro no sin antes soltar un bostezo.

—«Quiero vivir en el bosque, no hay ruido y mi ropa le queda bien, aunque algo grande... Quisiera despertar así siempre» —le parecía extraño que nadie fuera a despertarlo pero era mejor para ambos—. «Y ahí está el golpe en la puerta, los atraí» —al abrirla se encontró con Francois y presenció por un segundo fugaz como se avergonzaba.

—Ukyo-sama, les he traído el desayuno y Senku-sama precisa que vaya al cuartel de estrategias en cuanto pueda y la señorita ________ debe dictar clases en una hora — pasó ambas bandejas.

—Gracias, François. De casualidad, ¿sabes qué hora es?

—Son las 12 en punto —ante ello sus orbes esmeraldas se abrieron en shock—. Debo marcharme, permita que yo cierre la puerta.

—«Es inusual verla nerviosa y es muy tarde» —dejó la comida en la mesa para ver su reflejo y comprendió el porqué el mayordomo actuaba así y no quería que nadie lo viera en la puerta. Tenía varios chupones y rasguños—. «Eso... ¿Es una mordida?» —su rostro se sonrojo furiosamente al recordar y decidió levantar a su acompañante—. Arriba, bonita.

—Dos horas más —abrazó su cuello tirándolo sobre ella y el arquero rio bajamente correspondiendo su abrazo y besando su cuello.

—Lo normal es pedir 5 minutos no dos horas —murmuró en su oído.

—Tú pediste 5 minutos y estoy segura que pasaron horas —se aferró más al notar que la estaba sentando sin romper el abrazo.

—No lo recuerdo —la contraria rio—. Vamos, lava tu rostro y dientes. Tienes que dar clases —palmeo su cabeza.

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⏰ Última actualización: Sep 21 ⏰

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Lazos efímeros (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora