3. La noche de la fogata de la que hablarán por mucho tiempo.

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Michael Landon lanzó el primer golpe, lo que hizo que metiera dos de un golpe. Había metido dos lisas. Seguía el turno de Thomas quien seguía con su mirada de autosuficiencia y sonrisa de ganador, disparó su golpe sin complicaciones y metió una más. Estaba nerviosa, no sabía siquiera si en algún punto perderían para darme la oportunidad, pero hacia el siguiente golpe Michael había fallado. Bien pensé y era mi turno. Tenía dos bolas rayadas justo para meter en un solo golpe, concentré toda mi atención, alcohol y orgullo en darle a las bolas. Y pum, metí ambas, pero había dejado una de las lisas expuesta para ser mentida. Debía meter una más sin dejarles aquella como anillo al dedo para meterla. El billar se trataba de ángulos y fuerza eso me había explicado Daniel, el fue pareja de mi mamá por un tiempo, me agradaba y entre las cosas que me había enseñado era que el billar era un juego de estrategia, que podía hacerle creer a mi contrincante que iba ganando pero podría estar ganando yo. O viceversa. Me concentré en hacerlo como él me había enseñado y pum metí otra más. Seguía siendo mi turno por lo que debía concentrarme mucho y el alcohol no ayudaba o tal vez porque me hacía más valiente y era lo que necesitaba, debía verme segura y decidida.

Al siguiente golpe había fallado por un pelo, un poco más a la izquierda y si entraba pensé. Era el turno de Thomas y aún me veía como si no tuviera oportunidad de ganar lo cual me hacía enfurecer muchísimo, sus ojos grises fijaron su mirada a la mesa, analizó opciones y quedó justo enfrente de mi. Tenía la nariz recta como Mark Wahlberg sólo que con ojos grises y a la luz de la fogata le daban un aire aún más superior. Observé sus tatuajes por un momento uno de ellos llamó mi atención. Era un escudo, con dos serpientes luchando entre ellas, tenía coronas en la parte de arriba y espinas cruzadas debajo a la serpientes. Dejando mi concentración en el tatuaje me di cuenta que había metido dos por lo que la gente aplaudió y a escuchaba su porra con su nombre. Thomas, Thomas repetían como si ya hubiera ganado y caí en la realidad de que sólo les faltaban dos para la bola 8. Thomas le dejó el juego a Michael quien le daba una fumada a su cigarro en ese momento. Pum, sólo les faltaba una para la bola 8. Michael me observó por un momento antes de hacer su siguiente jugada como diciendo: No debiste jugar con el diablo. Dio el siguiente tiro que era de esquina a esquina y por todos los dioses del billar y las chicas valientes alcoholizadas había fallado. Era mi turno y si lo pensaba era mi última oportunidad de poder ganarles, estaba en desventaja por lo que me encomendé a todos los dioses del billar. Y pum. Una vez más para Morgan Adams, la gente empezó a aplaudirme, algunos gritando mi nombre y otros más abucheando. Eso no me desconcentraria. Tome el ángulo que debía tomar y otra más en la lista de Morgan. Necesitaba dos más para la bola 8, así que seguí el mismo ritmo. Me acomode justo a lado de Thomas para mi siguiente movimiento. Se que había unas cuantas razones para irme en ese momento porque mi estómago me lo decía pero todo lo demás me decía que continuará. Puse mi atención en la bola, y si existían los milagros, ese era el momento. Nos encontrábamos empatados ambos equipos. Miré a Thomas por un momento, ya no tenía esa mirada de victoria lo que alimentaba mi ego. Mire a Michael quien estaba concentrado en la mesa como si no le importara si perdía o ganaba. Era mi turno aún, seguí en la misma estrategia y visualice el ángulo a tomar para meter esa última y pasarme a la bola 8. Estaba muy nerviosa, cada vez el estómago me decía más y más ya pendeja, tengo que sacar esto. Di mi golpe ignorando a mi estómago y pum había fallado. Me sentía abatida por las emociones, un centímetro más a la derecha y hubiera sido mía.

Ahora empatados, Michael decidió retirarse, observé que daba la última vocada al cigarro.

-Es todo tuyo Tommy iré a orinar.- Thomas lo miró por un segundo y volvió al juego. Mientras él se iba yo lo miraba y en un momento nuestras miradas se cruzaron a lo que yo respondí su mirada anterior El diablo será vencido por la muerte. Al parecer había entendido mi mirada pues agacho la mirada y noté una leve sonrisa de su boca. En todo el juego no había sonreído. Tiempo despues decubriria tres cosas de el, Michael Landon casi nunca sonreía, le gustaba el negro para vestir y siempre usaba mangas largas.

Los Hijos de Anfield (#1)[Completa✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora