11. El secreto de M. Night street 1506

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Maratón 1/2

Antes de que pudiera reaccionar y levantarme, Thomas levantó su mano con el vaso para detenerme.

-Hay cosas que aclarar jovencita.- Le dio la última bocada a su cigarro y me sentí como una niña regañada por su padre. Se levantó y abrió la puerta, me hizo una señal para que saliera y me levanté. Sentía mi corazón en la garganta y un pequeño mareo me inundó, me levanté y lo seguí a la salida. Caminábamos por el pasillo sin decir una palabra y yo jugaba con mis manos sudorosas en mi regazo, pensaba en que sería mi muerte. La gente aún seguía ahí, poco a poco se iban retirando. Bajamos las escaleras y él seguía impecable, su sonrisa de suficiencia y como si nada pasara, pero había algo amargo y sombrío en su mirada. Me guío por la casa hasta un estudio. Me dejó entrar primero y mire a todos lados por señal de algún objeto divino que tomar si quería herirme. Me abrió la silla y tomé asiento, yo lo seguí con la mirada mientras pasaba su 1.87 por el salón, tomó una botella con un líquido café oscuro y se sirvió en un vaso, la silla frente a mí era más un trono que una silla y el hecho de que no dijera absolutamente nada me intimidaba más. Se sentó en el trono y me miró, tomó un trago de su vaso y se recargó.

-Bueno Adams, escucho.- Pensé en mil maneras de mentir así que sólo deje que saliera de mi boca.

-¿Que hay Mikaelson? Buscaba el baño, y pues aunque suene increíble todos los baños de abajo estaban ocupados. Subí y encontré a Michael así. Y yo sólo… me senté por un momento.- Lo dije con demasiada seguridad, incluso yo me había convencido de aquello. Entrecerró los ojos por un momento, mirada gris con un tono amielado se enfrentaban, sacó algo de su bolsillo y me lo lanzó, para mi suerte tenía buenos reflejos y de no haber estado tan asustada y alerta tal vez se me hubiera caído. Mire las llaves que tenía en mi mano, eran mis llaves, las que creí haber perdido.

- Hablo de que me expliques esto.- Tragué saliva y la seguridad se fue de mi persona. En ese momento Cell sintió el verdadero terror pero no quite la mirada de la suya. Y ese dia entendí que Thomas Mikaelson no era ningún idiota, que no debías subestimarlo.  Se acercó a la mesa recargando su brazo y pasando el vaso frente a él.

-Escúchame bien Adams, más te vale alejarte de esto, no te incumbe, no son tus asuntos y por tu bien.- Sentí su aliento a wiskey y aunque nos separaba mucha mes, su tono era escalofriante. Debías estar loco para desafiar a Thomas Mikaelson.

-O que harás.- Me acerqué a la mesa como el.- ¿Vas a asesinarme y desaparecerme? .- Su mirada se tornó algo más oscura, yo no cedía y aunque debías estar loco para desafiar a Thomas Mikaelson yo era fan de hacerlo.

-¿A qué diablos juegas? .- Dijo analizandome con su mirada.

-Absolutamente nada, esta casa es enorme, cualquiera puede perderse.

-No Adams, ocultas algo más. Jamás te has interesado en nosotros. La pregunta es, ¿qué cambió? .- Levanté mis hombros.

-Tal vez sólo soy una chica de un pequeño pueblo aburrida con su vida.- intenté sonar desinteresada.

-Bien chica curiosa, es la última vez que te advierto…- lo interrumpí antes de que terminará.

-No Mikaelson, yo te advierto. Si me pones un dedo encima o a alguien que me importe juro que te arrepentirás.- Salió una gran sonrisa de sus perfectos y blancos dientes, como si mi amenaza lo divirtiera. 

-O ¿qué harás Morgan Adams?. - dijo aun con rastro de su diversión en su rostro

-Bueno, hay secretos que no duran para siempre o si Thomas.- Frunció el ceño levemente y por un momento ambos supimos de qué hablábamos. Nuestra batalla fue interrumpida por el toque de la puerta del estudio.

Los Hijos de Anfield (#1)[Completa✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora