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—Entonces Touya ... Si te jodo el culo, ¿me dejas libre?
Le preguntaste al chico de cicatrices quién sostenía la cadena del collar atado a tu cuello, él se sentó en tu regazo.
—Quién dice que te dejaré libre?
El menor frotó su trasero contra tu ingle, empezando a sentir cono tu pene se endurecía un poco.
Su mano tomando de tu mentón uniendo sus labios con los tuyos, deseando que lo sostengas y lo destroces en su cuarto.
La cadena cayó cerca de ustedes, en mitad del beso prendió una pequeña llama violeta en las cuerdas liberando tus muñecas.
Antes de reaccionar te levantaste de la silla cargándolo hacia la cama.
—Colaboras?
Susurró contra tus labios mirando tus orbes ______(C/o).
—Si nos quedamos juntos hasta la muerte, si...
(Mentira.)
—Claro... Perra.
El pelinegro sonrió, ambos se tiraron en la cama besándose y deshaciéndose de la molesta ropa.
Básicamente... la quemaron.
Jugaste con sus pezones sin culpa, escuchando sus gemidos roncos.
(Simulemos que no tiene el cuerpo tan hecho puré. Está vez exploré bien.)
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Dabi sacó tu miembro de su boca formando un fino hilo de saliva mirando tu cara sería, lamió sus labios apretando tus muslos cómo soporte.
—Te tardas mucho... y me enoja
—Ese es mi punto, cariño~
Tu mano jalo su cabello con fuerza, forzandolo a tomar tu polla de nuevo, se ahogó al principio pero empezó a moverse por su cuenta.
Sus gemidos mandaron vibraciones a tu pene, su lengua saboreando líquido pre-seminal.
Sentías tu estomago resolverse indicando que estabas por correrte. Apuraste al menor tirando de sus cabellos negros.
Sin aviso alguno te corriste en su boca, Dabi tragó lo que pudo, el semen mancho sus labios ante el exceso.
—Así esta mejor...
—Hijo de puta...
Habló tosiendo, soltaste su cabello mirando como se recuperaba. Solo pasaron unos segundos, él de orbes azules se sentó en tu regazo, frotando su trasero contra tu miembro.
Tus manos sostenían su cadera, tu boca besando su cuello y pecho. Agarró tu pene y lo colocó en la entrada.
—En vez de besarme, ayúdame.
—Bueno.
Bajaste sus caderas del tirón entrado de una, lo acostaste en el colchón empezando a follarlo descontroladamente, tu espalda era arañanda por el menor quién no paraba de gemir.
Pequeñas llamas violetas sobresalieron de sus cuerpos sin encender la cama. Dabi tiraba de tu pelo, gimiendo en tu oído.
—Me olvidé... de cómo eras, dios~ maldigo. . . A ese viejo estúpido.
—No sabes cuánto espere Touya... esas putas entrevistas, me tenían harto...
El pelinegro gritó al sentir tu polla tocar su próstata, su cuerpo empezó a temblar al sentir como tocabas repetidas veces su punto sensible.
La presión en sus estómagos se hizo presente, ambos no querían que terminará. Pero estaban lo suficientemente cansados para otra ronda.
Minutos después, te corriste dentro suyo y el entre ambos pecho.
El menor se desmayó encima tuyo. Te acostaste en la cama con él en tu pecho, por la vagancia te quedaste adentro suyo...
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Ola pinche putita, las clases vuelven en Argentina.
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No sé... Yo, tu, él que lee ésto... (Pasenme ideas :)
