Ya es hora de tirar por la ventana
los sacos de cemento y podredumbre
que pretenden jugar a la costumbre
y ganar con el as de la desgana.
Ya es tiempo de arrancarme la mañana
con este bisturí de fosa y cumbre,
y orearme de una vez toda la herrumbre
del rótulo de Welcome to Tijuana.
Recuérdame, no obstante, el objetivo,
Lector: que mis mochuelos en tu olivo
hagan nidos de labio boquiabierto
cuando en versos hidrópicos me inmolo,
sabiendo que sin Baco muere Apolo
y todo es malbeber del desconcierto.