Comprendo que al abrigo de sus heces
bien viva la existencia corrompida
por siete callejones sin salida,
sacramentos, axiomas y sandeces;
mas yo, con mi pelliza antidioteces,
me procuro una tierra prometida
tratando de expoliarle a cada vida
su milagro de panes y de peces.
No existe finca asaz tras los cristales
que sépame halagar, ni me entretiene
el don de la abundancia ni su cuerno.
Me reboso en pecados capitales
y el ansia de pecar que me sostiene
solamente se sacia en el infierno.