Un tren a cada andén (IV)

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No comprendo la bruma del desdén 

cuando aflora el rigor de cada invierno, 

que el sendero que brota del infierno 

se dispersa al llover sobre el Edén.

Es cierto que el vivir y su vaivén 

consiguen asestarnos desgobierno, 

mas sé que cada tiempo no es eterno 

y siempre llega un tren a cada andén. 

Disiente de invertirte a plazo fijo, 

que el barquero Caronte es un canijo 

aguardando al virar de las esquinas: 

no olvides alegrarte en el contento, 

tratando no morir de aburrimiento 

y llorando al clavarte las espinas. 

Contad si son catorceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora