No me pidas que pierda la esperanza
de batir y vencer a esta rutina
si ves que mi costado se encamina
al Sant Jordi que aguarda con su lanza.
No me pidas el fuego y la templanza,
ni los cielos que el fondo de esta mina
se empeña en sepultar con la cansina
quimera de la fe y de la añoranza.
No tendré que rasgarme los sentidos
cuando el verde pasión de mis vestidos
dispare el malvivir de mi futuro.
Suponte que ahora baja la marea
y accedes al sitial que Casiopea
promete al hincapié del inmaduro.