Como si persiguiera nuestro sueño
con la infelicidad entre sus manos,
como si nos tentara en los lejanos,
lúgubres pedregales de que es dueño,
como si nos burlara con el ceño
fruncido de sus ojos infrahumanos,
como si encaminara a sus gitanos
contra nuestra virtud y nuestro empeño,
como si nos cercaran sus visiones
en la debilidad de los sembrados
con la perversidad de sus lecciones,
como si nos ansiara fustigados
por entre sus mazmorras y prisiones,
testaferro brutal de nuestros hados.