¿Cómo podré renunciar a este sol
que aún me alumbra? La noche es un camino
oculto en la neblina del destino,
recorrido a la llama de un farol.
Condúcenme detrás del caracol
el rocío que se hizo mi asesino,
la lluvia que no hallé trocar en vino,
la tempestad perpetuada en formol.
Una estrella brilló, mas se ha apocado,
ajada por los cirros del pasado
y rota en vendavales sin consuelo.
Y este sol que aún me alumbra y me conforta,
no es más sol que la nube que le exhorta
a lucir sólo a medias en mi cielo.