Del país de lo efímero es lo humano;
del color del vacío, la mañana;
del salto del amor por la ventana,
el clochard del portal de lo mundano.
Del silencio es lo prudente y lo profano;
el discurso, del cuervo con sotana;
el cuento, del marqués y la paisana;
y mío, el ejercicio del enano.
De la tarde es la llave que el sereno
nos presta del cajón de la morfina;
del burdel, el gorrón del carro de heno,
que a rodar al derecho nunca atina;
de la fiebre del oro, el mal ajeno
que asalta cada noche tu cocina.
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