Camino por mi sendero rasgando
el místico fulgor de otras ventanas,
corro cortinas y bajo persianas
si vienen sus sermones alumbrando.
Y es, pues, tras mucho tiempo meditando
de los infiernos y las glorias vanas,
que prefiero la luz que las manzanas
vienen en mi sendero cultivando.
Aún tengo pensamientos halagüeños
si acepto recibir la madrugada
sembrado con la nuez de mis empeños.
Esperaré a la muerte y su llamada
recordando que en un sueño sin sueños
no somos más que una perfecta nada.