Una perfecta nada (XXIII)

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Camino por mi sendero rasgando 

el místico fulgor de otras ventanas, 

corro cortinas y bajo persianas 

si vienen sus sermones alumbrando. 

Y es, pues, tras mucho tiempo meditando 

de los infiernos y las glorias vanas, 

que prefiero la luz que las manzanas 

vienen en mi sendero cultivando. 

Aún tengo pensamientos halagüeños 

si acepto recibir la madrugada 

sembrado con la nuez de mis empeños. 

Esperaré a la muerte y su llamada 

recordando que en un sueño sin sueños 

no somos más que una perfecta nada. 

Contad si son catorceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora