Sólo soy un vulgar cabo furriel
practicando el delito de cohecho.
Me he comprado un estado de derecho
con sacos de pañuelos de papel.
He atrapado el efluvio de la miel
que los años dejaron en barbecho
con la trampa del ósculo maltrecho,
con el cebo de un trozo del pastel.
Volví a sentir palabras del jurásico
y no alcancé a saber del desconcierto
que antaño encorsetó mi afán más básico.
Sólo escucho silencios en el alma
cuando escupo mentiras al desierto
que edifica su estrépito en la calma.