Embarrassment || MINSUNG

Capítulo 22

Se suponía que sería un pequeño viaje escolar que duraría tan solo tres días.

Todo el transcurso en camión estaba siendo bastante ameno, un respiro de aire fresco que todos necesitaban para dejar ir las tensiones de los últimos acontecimientos.

Todos necesitaban distraerse como sea y esa era la oportunidad más que perfecta.

Hasta que el autobús se estrelló terriblemente contra otro de cargamento pesado.

De repente todo se volvió oscuro.

[...]

No sabe como es que llegó. Estaba aturdido y sus oídos silbaban. Estaba cansado de tanto correr. El frío sudor recorría su rostro. Su respiración comenzó a fallar.

Lo último que recuerda es haber visto la noticia del accidente y segundos después ya estaba fuera de casa, esperando que todo fuera una pesadilla.

Al llegar al sitio, el autobús estaba volcado en medio de la carretera. Había ruidos ensordecedores por todos lados; sonidos de ambulancias, sirenas de policías, la prensa que no había tardado en llegar a la escena para sacar sus mejores notas amarillistas sobre la situación, y por último, miles de padres histéricos corriendo de un lado a otro junto a los paramédicos o siendo entrevistados por reporteros.

Era un caos total.

El autobús había estado a punto de caer al barranco.

Hyunjin a pesar de tener un hombro aparentemente dislocado, las costillas rotas, una pierna fracturada y estar aturdido por el fuerte impacto por un golpe en su cabeza; logró sacar cargando los cuerpos de Jeongin y Jisung con la poca consciencia que tenía, poniéndolos fuera de peligro cuanto antes.

De los tres era el único despierto.

Logró arrastrarlos debido a la adrenalina, pero una vez fuera y cuando los paramédicos los estaban atendiendo se desmayó a causa del dolor.

Minho sintió su corazón detenerse y la sangre bajar hasta sus talones cuando a lo lejos, divisó a un par de paramédicos sacar de entre los trozos de vidrio y metal el cuerpo inconsciente de Jisung.

Cubierto de sangre.

Ya en el hospital todo era un caos. Eran más de cincuenta alumnos en estado de gravedad y no los dejaban ver a nadie.

A lo lejos estaban los padres de Jisung, intentando mantener la calma entre tanto desastre. Minho ni siquiera se atrevió a confrontarlos, así que solo se alejó y regresó a su casa.

El resto de días se la pasó muriendo de incertidumbre. Todos los días visitaba el hospital con esperanza de que lo dejaran ver a Jisung o por consecuencia a él resto de sus amigos, pero era en vano. Aun estaban en cuidados intensivos y solo sus familiares cercanos podían entrar.

La graduación llegó, y Minho no tuvo ni ánimos de ir. Solo fue un día después a recoger sus papeles.

En dos semanas más estaría en un vuelo a otro país junto a sus padres, y ni siquiera había podido despedirse.

[...]

Terminó de empacar y alistar todo lo que ocuparía llevar al viaje. Su vuelo saldría temprano por la mañana, pero él no podía dormir, así que dejó de intentarlo y se puso a ordenar todo para no pensar en nada.

Después de un rato recibió una llamada, lo cual le extrañó ya que pasaban de las tres de la mañana.

—¿Hola?

—Minho, soy yo.

—¡¿Hyunjin?! ¡¿Cómo estás?!

—Mal, pero al menos ya me darán el alta -dijo intentando bromear, sin lograrlo.

Minho se mantuvo serio al otro lado de la línea, ya no sabía que más decir.

—¿Cómo está...

—Sabes, fui yo quien los convenció de ir. Todos estábamos tensos desde... Ya sabes, lo de Eunbi. Y al final... Fui yo quien salió menos lastimado, y me siento demasiado culpable por eso...

—No tienes la culpa de nada Hyunjin. Tú los sacaste de ahí. Solo fue un accidente...

—Lo sé. Pero la culpa me carcome... Todo está tan en la mierda desde hace tiempo... Que ya no se que hacer.

Minho sentía un fuerte nudo en la garganta. Justo cuando creyó que las cosas mejorarían, todo solo fue empeorando cada vez más, y ahora no se podría quedar para enmendarlo.

—Jisung ya se despertó... Por si te lo preguntabas... Aún no dice nada pero es obvio que querrá verte. Ven a visitarlo algún día.

Minho tomó aire por un par de segundos, intentando sonar lo más tranquilo posible.

—Lo haré...

—Que descanses Minho.

En cuanto colgó rompió en llanto, abrazándose a sus piernas.

Jamás sintió tanto dolor como cuando abordó ese avión, mientras veía por la ventana como se alejaba poco a poco de todo lo que amaba.

Sí, era un cobarde. Una marioneta de mamá y papá que se dejaba pilotear como si nada.

Creyó que no estaría fuera por tanto tiempo, pero los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, y los meses en años.

Años en los que pasó sin decir absolutamente nada.