Capítulo 28

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—¿Qué es lo que más odio? Esa es una pregunta fácil.

La persona frente a él mantenía la mirada fija en la suya, esperando su respuesta.

—Hay muchas cosas que solía odiar. Odiaba las mañanas por ejemplo. Las cosas dulces y la comida pegajosa. Odiaba a las personas las cuales su única motivación era hacer sentir miserables a otros con el único afán de no aburrirse o sentirse superiores... pero sabe... no hay cosa o persona que yo deteste más que no sea a mí mismo. Soy la cosa que más odio en este mundo. Aborrezco todo lo relacionado a mi persona, y no creo que nadie me desprecie tanto como lo hago yo. Al verme en el espejo... es lo único en lo que puedo pensar.

—¿A qué cree que se deba? —preguntó, con ese mismo tono neutro cargado de seriedad.

—Quizás... porque hago sentir miserable a las personas que quiero, aunque ellos no lo merezcan.

—¿Se siente culpable?

Soltó una risita en respuesta.

—¿Culpable por qué?

Minho se preguntaba si en realidad esa charla iba hacia algún lado. El hombre solo permaneció en silencio, insitándolo a que respondiera.
Minho suspiró.

—Creo... —hizo una pausa. Ya no quería seguir hablando y el tiempo parecía pausarse— la culpa más grande que siento... es la de haber nacido.

—¿Por qué Minho? ¿Por qué crees eso?

—Porque... así le habría evitado problemas a todos.

— "¿Todos?"

—Sí. Ni siquiera mis padres soportan verme, les doy asco. Pensé que quizás si me comportaba como ellos querían, podría agradarles un poco más, pero estaba equivocado. Sin importar todo lo que hiciera, nunca lograría satisfacerlos y cumplir sus expectativas. Desde el momento en que les hice saber acerca de mi "peculiaridad" dejé de ser su hijo. Solo los avergüenzo y no importa lo que yo haga... porque siempre seré el "desviado" que hizo que la familia perdiera todo el prestigio.
Puse a mi familia en la mira y ahora todos hablan a sus espaldas y los juzgan. Ahora son los únicos marginados a los que no invitan a ninguna de las fiestas...

—¿Pero cómo podría eso ser culpa tuya?

—Porque lo es, si yo no hubiese nacido, ¿usted cree que serían los apestados a los que nadie quiere invitar? Ninguna de las grandes familias prestigiosas que solían frecuentar los quiere ahora... y todo por mí.

—Minho, pero usted no tiene la culpa. Un bebé no se engendra solo, ni se da a luz a sí mismo. No podemos decidir que cosas nos gustan y cuales no. No tiene absolutamente nada de mala que le gusten los hombres. Es algo completamente normal.

—Lo sé lo sé. Hay personas que prefieren las verduras y otras que prefieren las frutas y otras que prefieren ambas y hay personas a las que no les importa porque toda la comida es buena. Se que no es algo necesariamente malo. Pero, ¿Cómo quiere que lo vea como algo normal, si toda mi vida me han repetido hasta el cansancio que no lo es?

El  hombre apuntaba un par de cosas en su libreta mientras Minho jugueteaba con sus manos y respiraba el olor del aromatizante que había impregnado por todos lados.

—También me siento culpable por otra cosa —habló de nuevo mientras continuaba jugueteando con sus manos.

—¿Jisung? —preguntó sin si quiera alzar la vista del cuaderno.

Minho asintió aunque no lo pudiera ver.

—Creo que finalmente estoy listo para hablar de ello.

El sujeto asintió, permitiéndole continuar.

—Me siento culpable de haberlo conocido. Gracias a mi tuvo que sufrir humillaciones por parte de toda la escuela. A él nunca le gustó la atención, y por mi culpa estuvo en el centro del huracán por varios días... se que Eunbi fue la que hizo todo ese alboroto, pero si no me hubiera conocido, eso nunca habría pasado. Eunbi nunca la tomaría contra él de no ser por mí. Tampoco tuve que ver nada con el accidente, pero tampoco estuve para él cuando más me necesitó, ni siquiera le di una explicación... solo hice que su vida escolar fuera miserable. Huí de todo con la excusa de que era lo mejor para él si yo salía de su vida... pero entonces, ¿por qué se sentía como si no estuviera bien?

—Estaba haciendo lo mejor para ambos, pero todo se sentía tan mal. Luego, cuando por fin Jisung pudo pasar página y continuar... yo
s-solo... regresé como si nada por mi patético y egoísta  sentimiento de añoranza. En realidad no se lo que esperaba, han pasado cuatro años y no se acordaba siquiera de mi rostro... solo le hice traer todos esos malos recuerdos a flote. Tiene un nuevo novio, una nueva vida y yo ya no formaba parte de ella en lo absoluto. Pudo seguir adelante, mientras que yo, sigo estancado en el pasado anclado por mis recuerdos. 

—Muchas veces me pregunto, 《¿Lo sigues queriendo? ¿Alguna vez lo quisiste tan siquiera o solo es una obsesión por haber dejado las cosas inconclusas?》

El consejero por fin había apartado la vista de su cuaderno y ahora la mantenía fija en él, mientras jugueteaba con el bolígrafo entre sus manos.

—Pero entonces, cada que lo veo, siento ese hormigueo en mi estómago y no puedo respirar, y se que sonará terrible, pero no es como cuando veo a mis padres, es diferente;  porque a pesar de que mi corazón lata tan rápido y con tanta fuerza que podría confundirse con miedo o alguna sensación fea, lo único en lo que puedo pensar es en querer abrazarlo... de hecho, cada que miro a esta persona aunque sea un segundo, siento como si los demás problemas no fuesen relevantes. Mis manos hormiguean y me siento como todo un adolescente hormonal de las novelas.

El consejero Yeo ocultó un atisbo de sonrisa, manteniéndose lo más profesional posible.

—¿Por qué no hablas con él? Cuéntale todo lo que sientes, todo lo que pasaste y las razones por las cuales te fuiste. Creo que será beneficioso para ambos independientemente de que cada uno ya haya tomado caminos diferentes.

—¿Y de que serviría? Como usted mencionó, cada uno tomó caminos diferentes. Jisung dijo que ya no quería volver a verme y de hecho me odia, inclusive sus amigos lo hacen. Además tiene novio...

Lo último lo mencionó con tono lastimero.

—Hablar las cosas servirá para cerrar el ciclo, para no dejar las cosas inconclusas. El chico merece una explicación.

—¿Pero cómo hago para acercarme a él cuando recalcó una y otra vez que ya no quería que me acercara?

—Créeme, la curiosidad podrá más con él. Lo único que tienes que hacer es hablar. Poner absolutamente todas las cartas sobre la mesa y de ahí decidirás que rumbo tomar.

Minho lo meditó unos segundos.

—Eso sería lo más sensato, pero como le dije la semana pasada, estaba pensando mudarme a un pueblo remoto y vivir a base de cultivar verduras y criar a miles de gatos en completa soledad.

—Estarías huyendo de nuevo. Deja de sacarle la vuelta y H-A-B-L-A.

Su tono formal había flaqueado, parecía que hasta el consejero estaba harto de la indecisión de Minho.

Dicho esto, la alarma que daba por finalizada la sesión sonó.

—Tengo más alumnos que atender, pero recuerde lo que le dije señor Lee.

—Sí, muchas gracias señor Yeo —respondió levantándose del asiento y estrechando su mano con la de él—. Si no me ve aquí por las próximas semanas, es porque finalmente si me fui al campo a-

—Minho —le reprendió con mirada severa.

—Sí sí ya lo sé. "Habla" haré lo que pueda pero no le prometo nada.

Se puso de pie dispuesto a salir, pero justo cuando estaba a un paso de la puerta, se detuvo.

—Hablaré con él, pero si después de hacerlo sigue queriendo que me aleje, entonces lo haré.

Embarrassment || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora