NANA

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El silencio que predominaba aquella tarde en el campo de batalla fue roto.

—Vosotros quedaos aquí —ordenó, pero su tono fue sugerente. Sus manos se movieron ágiles, vendando el brazo sangrante de uno de sus subordinados como Rin le había enseñado.

Kakashi no estaba dispuesto a perder a nadie ni a dejarlo atrás, nunca más.

—¡Comandante, esperemos a los refuerzos! —suplicó el hombre, era mayor que él por varios años, con experiencia, pero en la guerra no bastaba con experiencia, Kakashi lo había demostrado ganándose aquel puesto a sus cortos trece años.

—No hay tiempo —Terminó de vendarle el brazo y observó a un ninja enemigo, muerto, con varios Kunais encajados en su cuerpo —, los de la Aldea Oculta de la Niebla se llevaron a Rin para algún experimento. Si consiguen llevarla a la aldea de Chigiri, no habrá manera de salvarla —Y no podía dejar a Rin a su suerte, no podría mirar a Obito a los ojos cuando pasara a la otra vida si aquello llegara a pasar.

—¡Pero ir solo es una locura! —Se hizo oír el mayor, desesperado, un aroma agrio inundó su nariz.

Kakashi sonrió bajo la máscara.

—No estoy solo —Le hizo saber suavemente, tratando de transmitirle al Omega tranquilidad con su tono de voz, y posó su palma derecha sobre el suelo, recitando —¡Kuchiyose no Jutsu!

Escuchó el grito ahogado del Omega, alterado por la nube de polvo que aquel Jutsu ocasionó, y después sus fieles perros ninja aparecieron ante ambos.

Consiguió hacer un trato con ellos un tiempo atrás, después del incidente en la misión del puente Kannabi. Kakashi sentía una punzada en el pecho cada vez que pensaba en que el azabache nunca los conocería. Había demasiadas cosas que el Uchiha no viviría y el solo pensarlo ponía mal al Hatake, quien se sumía en un mutismo total, hermético.

Se acercó a sus perros decidido a cumplir su promesa.

—El olor de Rin-

—Lo recordamos, déjanos —Le interrumpió Pakkun, la voz de aquel grupo, aburrido como era usual en él.

—Cuando lleguen los refuerzos diles que fuimos a rescatar a Rin —ordenó Kakashi, mirando al mayor sobre su hombro, este cuadró la espalda y asintió pronunciando un "de acuerdo".

Kakashi empezó a correr siendo guiado por sus compañeros caninos, quienes lo escoltaban desde todos los flancos.

¡Aguanta, Rin! ¡Te salvaré cueste lo que cueste!

°•.°•.°•.°•.

El grupo compuesto por Kakashi y sus ocho perros encontró el escondite enemigo rápidamente gracias al sentido olfativo de los caninos.

El joven ninja mantenía la espalda apoyada en una roca y mantenía su chakra al mínimo, ambas cosas para ocultar su presencia, además, miraba sobre su hombro con discreción para no ser descubierto. Señaló hacia su derecha y cuatro de sus perros salieron corriendo.

Era hora de rescatar a su compañera de equipo.

Sus perros corrieron entre las rocas tan velozmente que los enemigos solo atisbaban a ver múltiples sombras, poniéndolos en alerta. Un Kunai con un sello explosivo voló hacia la entrada del escondite y detonó antes de que los enemigos lo divisaran.

Varias voces se alzaron alertando del ataque, más ninjas salieron, y Kakashi usó la distracción a su favor para colarse en el lugar gracias a la habilidad excavadora de los canes.

°•.°•.°•.°•.

El Alfa finalmente vio la luz brotar cuando sus perros terminaron de perforar la tierra a través para crear un túnel, todos salieron con sigilo del pasadizo, asegurándose primero de que no hubiera nadie alrededor.

El amor con colmillos. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora