HACHI

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—¡KAKASHI!

Se mantuvo a la carrera, abriendo puertas sin cuidado pese a ser bien entrada la noche.

—¡Detente Kakashi!

El Alfa exhaló, sintiendo el latido apresurado de su corazón pulsando en sus oídos, impidiéndole escuchar cualquier otra cosa.

—¡Hatake-san!

Encuéntralo, ordenaba una voz, encuéntralo y no lo vuelvas a dejar ir, es tu-

Kakashi respiró agitadamente frente a una nueva puerta, su mirada fija en la placa metálica que contenía el apellido del paciente.

UCHIHA.

Sus dedos se cerraron alrededor de la manilla y abrió la puerta tan lentamente que el chirrido de las bisagras se escuchó por todo el pasillo.

El Alfa se quedó petrificado al momento.

Estaba ahí.

Hatake Kakashi estaba seguro de haber visto morir a Uchiha Obito, por más que le doliera.

Entonces... ¿Por qué estaba ante sus ojos, con una sonrisa temblorosa en sus labios?

Las lágrimas le nublaban la vista, y Kakashi no hizo nada por limpiarlas

Se dejó caer de rodillas y se inclinó hacia delante, hasta que su frente se pegó al suelo y las gotas saladas se deslizaron en un camino irregular hasta las frías baldosas.

Por primera vez en su vida, Hatake Kakashi estaba realizando una dogeza*, totalmente arrepentido y triste por incumplir su promesa, suplicándole su perdón a Obito.

Kakashi calmó su respiración y concentró sus esfuerzos en verbalizar sus sentimientos.

—Lamento no haber podido proteger a Rin de mí mismo, lo lamento muchísimo, Obito —Su voz se rompió en un sollozo, ahogada por el dolor y la pena.

Se percató entonces de que varias personas se aproximaban a la habitación rápidamente, pero se mantuvo en su lugar, importándole poco que otros además de Obito lo descubrieran en aquella humillante postura.

Si aquello hiciera a Obito aunque fuera un poco más feliz, para Kakashi estaría bien.

Escuchó el jadeo de Kushina al encontrarlo y el cómo Minato deshacía el grupo de gente que se había dispuesto a buscarlo, más no los sintió entrar a la habitación, en su lugar, escuchó la puerta cerrándose lentamente hasta que volvieron a estar solos.

Podía escuchar los susurros de Minato y Kushina a través de la puerta, pero no se movió ni un milímetro de su posición.

—Levanta la cabeza, Kakashi.

Su voz, tras no escucharla por tanto tiempo había temido olvidar cómo sonaba, pero no, el tono alto, las palabras directas y el timbre algo menos agudo le dijeron todo lo que necesitaba saber, que Obito seguía ahí, que seguía siendo él.

Sintió alivio de que Obito no hubiera cambiado tanto como pensaba.

Kakashi se negó en silencio a cumplir su petición, no cambiando su postura, percibió el suspiro hastiado del Uchiha.

—Entiendo, Kakashi, vi lo que ocurrió.

El Hatake levantó la cabeza, aún arrodillado, con lágrimas todavía deslizándose de sus ojos heterocromáticos.

El amor con colmillos. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora