JŪ YON

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Decir que lo que siguió a aquella declaración fue pura catástrofe, era quedarse corto.

A Obito se le heló la sangre en las venas, en shock, solo para bullir con ira al segundo siguiente. Su mirada se llenó de odio y se clavó en el Alfa llamado Jun, en su tío y, finalmente, en los odiosos ancianos.

-No -gruñó, levantándose. Jun frunció el ceño ante su negativa, liberando su desagradable aroma a sake en la sala, Obito arrugó la nariz en respuesta, su animal inquieto por su aroma territorial y por desobedecer las órdenes.

Porque Obito seguía siendo un Omega, una criatura sumisa, servicial y tranquila, pero habían cruzado la línea.

-Hazme el favor de no esparcir tu asqueroso hedor en mi casa.

-Siéntate, Omega -A Obito no le gustó la manera en la que se refirió a su subgénero, como si fuera algo desagradable, asqueroso.

-¡NO! -rugió, alterando a todos salvo a su tío -¡Fuera todos ahora mismo!

No se movieron, las emociones de Obito explotaron, activando el Mangekyou y el aroma a inarizushi se intensificó, volviéndose desagradablemente empalagoso.

La única anciana del consejo codeó a su tío, Fugaku suspiró activando su propio Mangekyou y levantándose, su esencia hizo que el Omega se relajara inconscientemente.

Su aroma a manantial le hacía recordar la fragancia de Kakashi.

Fugaku se vio sorprendido por un segundo, pero volvió a ocultarse tras una máscara de seriedad enseguida.

-Siéntate y escúchanos, Obito.

-Estoy bien de pie, gracias -Fugaku suspiró pesadamente, pidiendo paciencia a sus ancestros.

-Está bien -Cruzó sus brazos sobre el pecho cubierto por el uniforme de la policía militar -. Pero esto no es una propuesta, es una declaración; una orden del clan.

El Uchiha menor clavó fuertemente las uñas en sus palmas, líquido escarlata goteó desde sus dedos al suelo.

-No pienso seguir una orden que invalide toda mi vida, mi existencia.

Fugaku se sintió mal al ver los ojos dispares de su sobrino cristalizarse, pero no estaba en su mano aquella decisión; el consejo había votado y, aunque se opuso fuertemente, el resultado había sido claro.

Obito debía ser controlado, por la seguridad del clan.

-Defendiste al Jinchūriki del Kyubi -Finalmente uno de los ancianos se pronunció

Los hombros del Omega se tensaron ante la mención de Naruto.

-¡Es solo un cachorro! -gritó encolerizado -¡¿Creeis que puedo simplemente quedarme mirando como le lanzan piedras y lo aterrorizan?!¡Y no los niños, sino los adultos!¡Podrían matarlo!

-Esa no es tu responsabilidad, sino enorgullecer a tu clan, algo que nunca has hecho, es más, haces lo contrario: traes vergüenza.

Obito se mantuvo en silencio, atónito ante las palabras de la anciana.

-Un Omega que no puede traer cachorros y regala el más sagrado tesoro del clan a alguien de fuera. Un Omega torpe y despistado que milagrosamente llegó a ser un Jounin tras varios intentos fallidos.

Sus hombros se encogieron ante las hirientes verdades, pero se sobrepuso y enfrentó a los ancianos con determinación.

-Sí, una oveja negra en un clan de élite, lo sé muy bien, no os necesito para saber cómo es mi vida.

El Alfa de nombre Jun se puso en pie con su Sharingan clavado en él.

-Eres un maleducado, Omega, debes respetar a tus mayores, eso te ayudará a ser un mejor Omega.

El amor con colmillos. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora