JŪ HACHI

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El celo de Obito duró una semana. Toda una semana llena de sexo, sudor, gemidos y nudos. Kakashi no sabía cómo seguían vivos después de eso, pero de alguna manera lo estaban.

—Estoy agotado —Se quejó el Omega, el albino asintió de acuerdo.

La última ola del celo de Obito había sido más suave, puede que incluso tranquila, pero había terminado de consumirlos a ambos.

—Kakashi, quiero dormir... pero tengo miedo de que cuando despierte todo haya sido un sueño —divagó el Uchiha, restregando su cara en el pecho de su Alfa. Kakashi besó su coronilla.

—No es un sueño, Bobito, ahora estamos enlazados y eso no va a cambiar, así que duerme un rato —susurró, tapando sus cuerpos desnudos con una sábana y apresando al Omega entre sus brazos —, yo estaré aquí cuando despiertes —prometió, sus ojos cerrados mientras se emborrachaba con el aroma del azabache.

—Uhmm, eso me trae recuerdos —murmuró el Omega, restregando su cabeza contra el cuello del Alfa.

—¿De qué? —susurró de vuelta.

—Ya sabes, la vez que te quedaste a dormir conmigo en el hospital.

—Dormí contigo muchas veces en el hospital —Obito rió, golpeando suavemente su pecho.

—El día después de despertar, me dijiste esas mismas palabras.

Kakashi besó la marca rosada en su glándula y Obito ahogó un gemido contra su cuello, deslizando sus yemas por la espalda del albino.

—Alfa —llamó el azabache, Kakashi ronroneó, amaba ser llamado así por Obito —¿Cuándo supiste que estabas enamorado de mí?

Lo pensó seriamente por un momento.

—Creo... que empezó en la academia, viendo lo mucho que querías a tu abuela, pensé que me gustaría sentir ese mismo cariño, pero...

—¿Pero...? —incitó el Omega, Kakashi lo abrazó más fuerte contra su cuerpo, tenso.

—Pero no supe que te amaba hasta que te perdí, por muy cliché que suene, y agradezco cada día a Kami-sama que volvieras conmigo.

Obito besó la mejilla de Kakashi cuando sus feromonas lo envolvieron, protegiéndolo de un peligro que no estaba ahí.

—A mí me costó más darme cuenta de que estaba enamorado de ti —murmuró, sus ojos cerrándose.

Kakashi rió en su oído, Obito se regocijó con el sonido.

—¿Ah, sí? —El azabache asintió lentamente.

—Sí, después de despertar —Un bostezo interrumpió su explicación, Kakashi besó la punta de su nariz y Obito sonrió —, al día siguiente me llevaste a casa, en volandas, y te quedaste a comer.

Kakashi negó, divertido.

—¿Así te diste cuenta? —Obito sonrió misterioso.

—Frío, frío —canturreó el Omega, Kakashi lo sujetó de la cintura, tirando del Uchiha hasta que estuvo sentado en su regazo.

Alfa y Omega se miraron a los ojos, parpadeando lentamente con los iris dispares llenos de amor.

—Ese día, me di cuenta de que eres parte de mi familia, de que te necesito a mi lado.

Kakashi sonrió, desviando su mirada avergonzada hacia otro lugar que no fuera la cara de Obito.

—Me siento... la persona más afortunada del mundo.

El Omega hundió la nariz en su cuello, inhalando su aroma.

—Ese es mi puesto, pero lo compartiré contigo.

El amor con colmillos. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora