SAN

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El campo de batalla se encontraba en silencio y Minato se acercaba como el relámpago que era hacia sus compañeros, dispuesto a ganar esa contienda a toda costa.

Estaba a punto de llegar, incluso lograba distinguir el característico uniforme de los ninjas de su aldea, cuando hubo una explosión a pocos metros de él.

El veloz ninja saltó para esquivar varias rocas que iban en su dirección, y, maniobrando en el aire, lo logró, pasando muy cerca de algunos pedruscos.

Aterrizó en frente de uno de sus compañeros, su cara al verlo fue de desolación.

—Al fin has llegado.

Minato se ahorró los saludos, en ese momento era esencial cumplir la misión.

—¿Cómo está la situación?

El hombre que resultó ser el líder de aquella misión vio sus intenciones y, aprobándolas de inmediato, miró sobre la zanja de tierra en la que se encontraban.

Sus ojos no reflejaron nada mientras le explicaba la situación, Minato notó cómo evitaba mirar un punto del terreno.

Sus ojos azules se dirigieron sin su permiso a aquel lugar.

Había un hombre. Estaba muerto.

—Creo que son unos cincuenta enemigos. Y en cambio, nosotros cuatro somos los únicos que siguen con vida.

Minato asintió, los engranajes en su cabeza girando. Su mente confabulando hasta hacerse una idea aproximada de la situación, tanto general como personal, de aquel hombre al que parecía que ni la muerte le asustaba.

Había perdido a su compañero.

El solo imaginar encontrarse en su lugar; el perder a Kushina a causa de la guerra, hizo arder su sangre.

Se puso de pie invocando varios kunais marcados con su Hiraishin no Jutsu en el proceso, Minato llamó la atención de sus aliados.

—Por favor, lancen estos kunais al enemigo al mismo tiempo, yo me haré cargo del resto.

Uno de sus compañeros miró con preocupación los kunais, aquello iba a acabar mal.

—Es una locura, ni siquiera tú podrí-

—Cállate —cortó el líder de escuadrón —. Estamos a punto de ver al Relámpago Amarillo de Konoha en combate. Todo ocurrirá en un instante, mantén los ojos abiertos.

Esas palabras dieron comienzo al caos.

A la venganza por los caídos.

°•.°•.°•.°•.

El viento soplaba lentamente, logrando que hojas se desprendieran de los árboles mientras cierto Uchiha observaba su alrededor. Obito no hacía más que buscar indicios de los ninjas que secuestraron a su compañera de equipo.

Se estaba desesperando con cada segundo que pasaba, el tiempo era crucial en aquella situación, y no parecía estar de su lado.

Entonces la vio.

Una cueva, en medio de la nada, sin vigilancia.

Muy sospechoso.

Los encontré, pensó el Uchiha.

Estaba solo, Rin seguramente estaría atada y-

Relájate... ¡Puedo hacerlo! se animó Obito, dando palmadas en sus mejillas para aclarar sus pensamientos.

Lamentablemente éstas fueron percibidas por alguien más, quién sin dilación se aproximó a él oculto bajo un jutsu de camuflaje.

Obito preparó su kunai, sin pensar un plan, sin una estrategia, con confianza ciega en que lograría rescatar a Rin.

El amor con colmillos. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora