JŪ NI

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Fue una tarde de septiembre, cuando el astro rey comenzaba a esconderse tras las montañas, que Uchiha Obito despertó.

No sabía lo que estaba pasando, en un momento estaba en un lugar repleto de oscuridad y al otro la luz brillante del sol lo dejaba ciego.

El de pelo azabache parpadeó confundido, no sentía ningún dolor, al contrario de la última vez que estuvo despierto, se sentó en la camilla y observó todo a su alrededor.

Escuchó la puerta cerrándose con un chasquido y guió su mirada para descubrir de quién se trataba. Frunció el ceño cuando un tipo vagamente familiar se quedó parado justo frente a la puerta, vistiendo el uniforme de ANBU y con una flor roja y un sobre amarillento en su mano izquierda.

—Obito... —susurró —¡Obito! —El tipo dejó caer lo que llevaba en su mano y se apresuró a llegar a su lado, Obito no pudo reaccionar a tiempo de apartarse cuando saltó para situarse sobre él, abrazándolo, luego separándose, inspeccionando su cara mientras le sujetaba las mejillas y no dejaba de reír, Obito pensó que estaba loco y apartó la mirada, incomodo.

El Omega respiró agitado y se retorció, sus extremidades se sentían extrañas, débiles, y él también.

—Estás despierto... ¡Por Kami-sama, estás despierto! —rió estruendosamente abrazándolo duramente contra su cuerpo, Obito esperó sentir el retorno del dolor agónico, pero este no llegó.

La puerta se abrió y Tsunade se petrificó en el umbral por unos segundos, analizando la escena. Su sonrisa creció al ver la cara confusa del Omega y dio un paso adelante, el ANBU le gruñó de inmediato.

—Kakashi —reprendió la Alfa, agachándose para recoger del suelo la flor y el sobre.

El más joven escondió al Omega tras su espalda, Obito descubrió el mismo aroma a petricor y té negro de su sueño, que provenía de...

—¿Kakashi? —Frunció el ceño, mirando al ANBU con duda.

El mencionado se giró de inmediato, como un perro obediente.

—¿Sí, Obito?

El Omega abrió la boca asombrado al encontrarse con una cicatriz y un Kekkei genkai familiar. Tsunade dejó en la mesita lo que había recogido.

—¡Ladrón!¿¡Qué hiciste para obtener el Dōjutsu de mi clan!?

El albino frunció el ceño.

—Tú me lo diste —aseguró, cruzando sus brazos sobre el pecho.

—No, no lo hice, se lo regalé a Kakashi, el cual es un enano de metro y medio —bufó, recordando como le sacaba un par de centímetros al Alfa.

El falso Kakashi jadeó indignado.

—¿Ah, sí?¿Entonces cómo sé que besabas la foto de Rin?

Obito jadeó sorprendido.

—No puede ser, te aliaste con los Yamanaka.

"Kakashi" parpadeó, confundido, y miró a la Senju.

—Tsunade-sama —La Alfa rió internamente y se acercó a la camilla, su mano se envolvió en el hombro del albino.

—Él es Kakashi, Obito, han pasado casi dos años desde que te sumiste en coma, y varias cosas han cambiado...

El Omega abrió mucho los ojos, Tsunade jadeó de impresión y se inclinó más cerca de su cara.

—¡Tu ojo se ha regenerado!

La Alfa desapareció de su campo visual, siendo sustituida por... ¿Kakashi?

El amor con colmillos. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora