capitulo 15

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Cuando desperté sentía que mi cuerpo estaba molido y como no si Magnus estaba prácticamente arriba mío, una de sus piernas estaba sobre las mías y su brazo sobre mi cintura, y no está de menos mencionar que su cabeza estaba en mi pecho, literalmente yo era su cama. intenté como pude quitarlo de encima mío sin que se caiga pero fue inútil, cerré los ojos y apreté los labios al escuchar el sonido seco que produjo su caída.

— ¡Auch! — lo escuché gemir de dolor.

— Lo siento, es que estabas prácticamente encima mío y no había mucho espacio para moverme — expliqué.

— Creo que me rompiste un brazo — se quejó desde abajo.

—¿Enserio? ¿Estás seguro que no es zafado? — pregunte dudosa.

— ¿Y cuál es la diferencia addison? — refunfuña.

— Creo que roto es peor — dije encogiendome de hombros.

—¿Sabes que? No tengo nada
— se levantó del suelo y se puso su playera de mala gana y yo me quedé mirandolo como idiota
— ¿Que?

— ¿Estás enojado?

— No.

— ¿Seguro?

— Si

— ¿Seguro seguro?

— Bueno, tal vez un poco.

Lo mire con ojos de cachorro mojado y el achino los ojos y puso sus labios en una fina línea como si me estuviera estudiando.

— A mí no me compras con esa cara de yo no fui, todavía me duele el brazo.

Me levanté de la cama y me acerque a él, le comencé a masajear el hombro y el cerro los ojos con expresión de relajación.

— ¿Todavía te duele?

— Si, pero en otra parte — Me dijo con voz picarona y sexual, yo me puse roja al instante y evite su mirada, el sujeto mi mano y la puso en su pecho — Si así masajeas un hombro no me imagino como lo harías con otra cosa.

Comenzó a bajar mi mano que tenía en su pecho lentamente hasta abajo, hasta que está llegó a su pantalón y pude sentir su
"Cosa" y no pude evitar cerrar los ojos y morderme el labio inferior. El me agarró del cuello y me acerco mucho a su rostro, tanto que sentí su respiración en mi cara y como su aliento rozaba mi boca cada que respiraba.

— Tengo unas malditas ganas de follarte ahora mismo — susurró contra mis labios casi en un gruñido.

— Estamos en una celda Magnus, controlate.

— ¿Y si no puedo?— vuelve a susurrar haciendo que se me ponga la piel de gallina.

— Uno de los dos tiene que ser fuerte y te aseguro que yo no
— admití en otro susurro.

— Creo que en eso ya somos dos, si por mí fuera te follara hasta en el piso.

— Tuviste que escojer este preciso momento para calentarme, maldita sea
— mascullo con fatiga.

— Tu empezaste — se defiende.

— Yo solo te masajee un hombro, aquí el pervertido eres tú
— contraataqué.

— Te apuesto a que te mojas.

— Te aseguro que ya lo estoy.

Me apego más a él y me comenzó a besar con deseo y desesperación, por un momento se me olvidó que estábamos en la estación de policía hasta que un ruido estruendoso y una aclaración de garganta nos hizo separarnos, Magnus soltó mis labios lentamente y luego río muy cerca de ellos.

Hasta que no respire©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora