Capítulo 11

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Noté unas caricias en mi mejilla y una vibración en mi pecho, cuando pude abrir los ojos vi a Flavio llamándome. Estaba guapísimo con el pelo revuelto y mojado, sin camiseta y sin gafas con los ojitos achinados por la sonrisa que mostraba.

- Buenos días bebé, estas muy grave y no te oigo, me has despertado con la vibración.- le dije con una sonrisa.

- ¿Cómo has dormido?, ¿te duele el tobillo? – me preguntó de seguido.

- He dormido bien, el alcohol ayudó, pero ahora me duele.- respondí con cara de dolor al intentar mover el pie.

- Toma llama a Brian y que te diga a donde vamos.- dijo dándome mi móvil.

Llame a Brian y le conté que me había lesionado el tobillo haciendo deporte, no le iba a contar la verdad y que encima me abroncara, él me dio la dirección de la mutua donde me tratarían y los datos que debía entregar, me preguntó si necesitaba ayuda, pero yo le dije que no que mi compañera de piso me acompañaría y le di las gracias.

- Como que tu compañera de piso y eso de haciendo deporte.- me dijo el moreno con tono burlón.

- Oye gilipollas, que yo soy una gran deportista. Además no le voy a contar que estoy contigo, no tengo ganas de dar explicaciones.- le respondí con tono enfadado.

- Bueno vamos a arreglarnos y te acompaño.- dijo mientras se dirija a la puerta.

- Fla espera.- lo llamé y él se dio la vuelta y me miró.

- Dime.

- Sácame un chándal rosa del armario.- le pedí. Mientras lo hacía le pregunté.

- Oye como has dormido en la cama de Mai.

- Muy bien gracias, casi no te he oído roncar.- me dijo con sorna.

- Oye gilipollas que yo no ronco.- le respondí molesta con su comentario.

- Anda no te enfades que es broma.- me dijo mientras salía de la habitación.

Una vez preparados salimos hacia el hospital que Brian nos indicó, durante todo el trayecto estuvimos en un silencio cómodo, Flavio cada poco se interesaba por mi tobillo y cuando llegamos no dejó ni un momento de sujetarme para que no apoyara el pie. Fuimos atendidos y me hicieron radiografías mientras esperábamos al médico.

- Flavio muchas gracias por todo y perdona si ayer fui un poco impertinente.- le dije poniendo mi mano sobre su brazo.

- Tú siempre eres impertinente.- me dijo con una sonrisa.

- Gilipollas, te estoy hablando en serio.- le respondí molesta.

- Sam no tienes que pedirme perdón por nada de ayer y tampoco darme las gracias porque lo hago encantado.- dijo mientras cogía mi mano.

Estábamos mirándonos a los ojos cuando la enfermera dijo mi nombre. Pasamos a la consulta y allí la médica me informo que tendría una semana con el pie en reposo y después tendría que hacer una rehabilitación específica. Salimos del hospital y nos dirigimos de vuelta a mi casa. Mientras contacté por mensaje con Anajú y esta me prometió ir para mi casa.

Cuando llegamos a mi casa Flavio me ayudo a subir y me dejó sentada en el sofá con el pie en alto. Empezó a preparar algo para comer y al poco rato estaba sentado a mi lado con unos sándwiches con muy buena pinta. Tras el almuerzo me dio los calmantes recetados por la doctora que me dejaron dormida. Me desperté cuando sonó el timbre de la puerta.

- Hola Anajú.- la saludó el moreno con beso en la mejilla.

- Bueno como está la paciente.- me preguntó mi amiga dándome un abrazo y varios besos en la mejilla.

Mi otra mitadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora