Capítulo 48

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Llegamos a Murcia un poco antes de la hora de comer. Pese a que habíamos madrugado, el viaje se nos hizo largo, pues tuvimos que parar varias veces para que Samantha fuera al baño o bien estirara la piernas y así evitar problemas con las lumbares. También tuvimos que parar para volver a desayunar pues lo que le había preparado en casa no le parecía suficiente.

Plantados delante de la puerta de mi madre, llamé al timbre y ella abrió. Le di un gran abrazo y ella dejo varios besos en mis mejillas. Cuando me aparte para que saludara a Samantha, mi madre se fijó el tripa pronunciada que se marcaba con el vestido, la boca y los ojos se le abrieron mucho y apartándome, la cogió de la mano para llevarla al sofá del salón.

- Pero como que no habéis dicho nada y como se te ocurre Flavio tenerla ahí de pie.- me espetó mi madre mientras ambas se sentaban en el sofá.

- Flavio tráele agua a Sam, y tu hija cuéntame todo lo referente a mi nieto o nieta.- dijo Lola con voz autoritaria.

Samantha empezó a contarle todo lo referente al embarazo, a como se enteró y los problemas aparecidos antes de mi vuelta, eso había sido el por qué, de  no haberle dicho nada.

- Pero deberíais habérmelo dicho, os podría echar una mano en lo que necesitarais.- dijo una vez escuchó todo.

- Mamá no quería preocuparos. Ahora que la doctora nos ha dicho que todo está bien, hemos decidido daros la sorpresa.- le respondí yo, pues la idea de no decir nada fue mía.

- Bueno y sabéis que es.- volvió a preguntar mientras tocaba la tripa de Samantha.

- Si es niña.- respondimos casi a la par.

- Y ya tenéis nombre pensado.- inquirió mi madre y ambos nos miramos.

- Pues todavía no lo hemos hablado, la verdad que no lo habíamos ni pensado , al menos yo.- dijo Samantha y yo lo corroboré.

Comimos los tres entre charlas y risas, Samantha comió como si no hubiera desayunado. Yo la miraba con una sonrisa mientras mi madre le volvía a servir.

- Me estas juzgando con la mirada. Es que tengo hambre, tu hija tiene hambre.- me dijo cuándo me vio mirarla.

- Pero si no he dicho nada.- respondí con una sonrisa.

- Flavio deja a la niña que ahora come por dos.- se metió mi madre para defender a Samantha con la típica frase que dicen todas las madres.

Tras el almuerzo, Samantha se fue a mi antiguo dormitorio para echarse una siesta, yo me quedé charlando con mi madre pues hacia mucho que no hablábamos.

- Os veo muy felices, va todo bien, ¿verdad?- me preguntó mi madre con una sonrisa.

- Si, todo bien, la verdad que al enterarme me molestó saberlo tan tarde, pero entendí su forma de actuar. También nos entró un poco de miedo con el problema del embarazo, pero después nos dimos cuenta que nos apetecía mucho este paso en nuestra relación.- le expliqué con una sonrisa.

- Pues me alegro mucho. Por cierto, ya tenéis nombre pensado.- curioseo de nuevo mi madre.

- La verdad es que no lo hemos hablado. Hemos estado todo este tiempo peleando porque ella quería niño y yo niña y no lo hemos pensado. Por cierto mamá, tienes que enseñarle mis fotos de pequeño en las que estoy rubio.- le pedí recordando la apuesta que habíamos hecho. Mi madre empezó a reír.

- Cariño, Sam las vio hace tiempo, ya sabe que eras rubio de chico, me da que te ha estado tomando el pelo.- contestó sin parar de reír.

- La verdad que le gusta picarme, tomarme el pelo, en fin todo lo que sea molestar, es que no se puede contener.- espeté uniéndome a su risa.

Mi otra mitadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora