Capítulo 18

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Pasaban 15 minutos de las dos, el tren llegaba con retraso y estaba hecha un manojo de nervios. Ya había llamado a Bea para avisar del retraso y ella me tranquilizo y me dijo que me esperaba en el bar de la estación. Cuando por fin llegó el tren baje corriendo y tirando de mi maleta me dirigí al bar buscando a Bea, en cuanto la vi fui hacia ella

- Hola Bea y perdona el retraso.- dije sonriendo.

- Hija ni que vinieras tú trayendo el tren.- me respondió dándome un abrazo. Yo que no soy muy de abrazos me tense un poco pero rápidamente le correspondí.

Tras el saludo nos dirigimos hacia el coche de la murciana que me llevó hasta el hotel que tenía reservado, era pequeño pero muy coqueto y según Bea estaba a cinco minutos de su casa. Una vez registrada en el hotel y dejada la maleta, Bea me llevo a un bar de tapas cerca de la zona para que pudiéramos tomar algo, durante todo el trayecto me estuvo contando todo lo preparado para el cumpleaños de su hermano, que se celebraría a las siete de la tarde y vendrían sus hermanos pequeños y su padre.

- No te preocupes que mis hermanos no comen.- me dijo al verme la cara que puse.

- Aunque mi padre quizás sí.- remató soltando una carcajada, yo seguí su carcajada destensando un poco con las bromas de Bea.

Almorzamos tranquilas entre confidencias sobre la infancia de Flavio y preguntas sobre mi carrera y mis proyectos, por lo visto Bea me conocía por mis canciones y era seguidora. Seguimos charlando hasta que sonó su móvil.

- Hombre blanducho, que te pasa.- respondió la morena con una sonrisa mientras me hacia el gesto de silencio.

Entabló conversación con su hermano y pude observar la gran conexión que tenían, me recordaba a mi relación con mi hermana y sentí un poco de nostalgia y culpa por no haberle contado nada de lo mío con Flavio. Cuando terminó de hablar me miró y levantándose.

- Creo que debemos irnos pues mi hermano viene para casa y no quiero que nos vea.- propuso mientras pedía la cuenta.

Una vez pagada la cuenta, nos dirigimos al hotel, mientras íbamos caminando pregunté a Bea.

- Oye porque le has llamado blanducho.

- Porque de pequeños mi madre le gustaba cogerle los mofletes porque eran blanditos y yo me metía con él diciendo que en verdad era un blanducho de cuerpo entero.- me respondió.

- Joder pues ahora de blanducho no tiene nada.- pensé, pero cuando mire a Bea me di cuenta que lo había dicho en alto.

La morena empezó a reír sin poder parar hasta que se le saltó una lágrima.- Por Dios Sam mi hermano ya me había contado que tenías poco filtro.

- Lo he dicho en alto verdad, pues creía que solo lo estaba pensando.- dije con una sonrisa.

- No pasa nada, pero no me cuentes como está ahora mi hermano, que no quiero tener esa imagen en mi cabeza.- siguió Bea mientras se calmaba con la risa.

Cuando llegamos al hotel nos despedimos y quedamos a las siete en su casa, la morena se volvió a interesar por saber si tenía claro cómo llegar y si tenía la dirección incluida en el navegador del móvil.

Cuando llegue a mi habitación me eché en la cama y puse una alarma por si me dormía, antes de soltar el aparato decidí hacer una video llamada a mi hermana y contarle todo pues necesitaba su apoyo. Cuando terminé de contarlo ella sólo pudo alegrarse por verme tan feliz y me dijo.

- Tata no vayas a tener miedo ahora que tú nunca has sido una cobarde.

- Gracias Deb, pero es que ahora con todas su familia y sin saber que somos pues estoy un poco cagada.- le respondí.

Mi otra mitadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora