Capítulo 4

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Pov Alexandra

Mis ojos se sentían muy pesados, poco a poco los abrí, los cerré de inmediato por la luz, lo intenté de nuevo muy lentamente para poder adaptarme a la luz, solo lograba divisar sombras, mi cuerpo se sentía pesado y me dolía, por unos segundos no supe que fue de mi, vi en mi mano un catéter y lo quite, mi vista se estaba normalizando, vi a dos personas paradas en la puerta aunque no del todo claras, me levante de golpe de la cama en la que estaba acostada, él dolor en mi entre pierna y que estas no me respondían me hicieron caer al piso.

Al instante tenía a un hombre frente a mí, que se agachó para levantarme, lo recuerdo de algún lado, pero no recuerdo de donde, los recuerdos golpearon mi mente invadiendome por completo, mis piernas temblaron y un escalofrío horrible invadió mi cuerpo.

El hombre decía palabras que salían sin parar de su boca, me sentó en la cama, un zumbido extremadamente irritante me ensordeció, él hablaba pero yo no lo entendía, es como si estuviera a kilómetros cuando en realidad estaba a solo unos diez centímetros de mí.

Chasqueó sus dedos frente a mis ojos, captó mi atención, se sentó en una de las sillas que estaban cerca y solo me observó, la imagen de mi madre siendo degollada apareció en mi cabeza y empeze a llorar, lloré como una niña pequeña.

- avisaré a papá que ya despertó- solamente vi una melena rubia alejarse.

Seguí llorando, cuando recordé a esos hombres sobre mí, me sentí sucia, sentí la necesidad de bañarme para quitar todo eso de mi cuerpo, sentí que yo era lo peor en este mundo, sentí que era mi culpa por haber estado en bata frente a ellos, me abraze a mi misma, en un intento inútil por calmarme.

- ¿como te llamas?- la voz del hombre que me levantó, resonó grave y profunda en mis oídos.

No respondí, no sabía quien era él, no sabía en donde estaba, ¿que había pasado con mi madre? ¿y porque estoy aquí?¿que van a hacerme? Las preguntas rondaban mi cabeza, pero mi garganta no encontraba voz, ni fuerza para hablar.

- ¿como te llamas?- pregunto tranquilo de nuevo, dude pero al fin contesté.

- Mi nombre es Alexandra Greco, ¿quien eres tú?- no voy a mentir estaba asustada.

- bien, Alexandra, yo soy Santino Lombardi- me dio una pequeña sonrisa de labios cerrados.

En el momento en él que hiba a hablar un hombre mayor apareció en la habitación y se acercó hasta mi cama, me observó y ladeó la cabeza.

- se que no sabes quien soy yo, pero yo se muy bien quien eres tu, no te asustes mi nombre es Bruno y yo voy a ayudarte- intentó acercase, por reflejo me aleje                    - Tranquila, se que en este momento le tienes miedo a todos pero nosotros no te vamos a hacer daño- se alejó.

Una enfermera se acercó, limpió mi mano y volvió a colocar un catéter en mi mano, tomo mi presión arterial y escuchó mi corazón con su estetoscopio.

- ¿como te sientes?- dijo la enfermera.

- mareada, cansada, me duele todo- me recostó.

- debes descansar, acabas de despertar y debes descansar para poder recuperarte, en unos días te podrás poner de pie, no te preocupes- me sonrió para calmarme.

- ¿cuanto tiempo llevo aquí?- pregunté muy nerviosa, mas bien fue un susurro.

- llevas dos semanas aquí, desde el día que te traje no habías recobrado el conocimiento- él hombre llamado Bruno habló.

Dos semanas, han pasado ya varios días desde esa noche, mi cuerpo se siente tan débil, no puedo ni con mi respiración.

- ¿que paso con mi madre?- el llanto se hizo una cascada por mis mejillas.

- la enterramos como es debido, como entenderás no podíamos esperar a que despertaras para darle sepultura a su cuerpo- suspiró.

- gracias....- el nudo de mi garganta me impidió hablar más.

- creo que la paciente debería descansar, recuperar su fuerza antes de cualquier otra cosa- la enfermera informo a ambos hombres.

No se quienes son ellos dos, no se porque me miran con tanta lástima, ellos no saben quien soy tan siquiera, ambos me dieron una última mirada lastimosa y se fueron por la puerta de madera.

- esto te ayudará con los nervios y podrás dormir mas relajada- inyecto una geringa a una de las vías que salía de la bolsa de suero conectada a mi mano - Perdiste mucha sangre así que no te esfuerzes demasiado, inyectaré los antibióticos en tu brazo-

Después de hacer varias curaciones, el medicamento empezaba a hacer efecto, mis ojos se cerraron con facilidad.

De pronto estaba en un lugar oscuro, caminaba sobre algo mojado, una luz muy tenue se encendía sobre el piso, un camino de sangre se formaba bajo mis pies, alze mi vista al final del camino, para ver a mi madre muerta en el piso,su mirada sobre mí, mis manos tenían sangre y mis piernas escurrían, empeze a correr lo mas rápido que pude, una voz a lo lejos me llamaba, pero yo seguía escapando.

- ALEXANDRA ¡DESPIERTA!- la voz del hombre de nuevo.

Mis ojos se abrieron y allí estaba él de nuevo para levantarme, lo abraze clavando mis uñas en sus brazos, lloré tanto que su camisa se mojó, pero no podía salir de lo que parecía ser un ataque de pánico, él acariciaba mi cabello sin decir una sola palabra.

- lo siento- levante un poco mi cara.

- no tienes porque disculparte, esta bien- me sonrió cálidamente.

Me levante despacio, me sostuve de una silla, se supone que estaba acostada en una cama, y ahora estoy en un pasillo oscuro, no me había percatado que habían mas personas a nuestro alrededor, una chica rubia con ojos azules tenia un par de lágrimas, él señor Bruno estaba parado junto a una mujer casi de su misma edad.

- tranquila Alexandra- me susurró, la persona a la que moje con mis lágrimas.

Me aferré a él, me escondí detrás de él, uno de los hombres intento acercarse a mí, me asuste demasiado y grité.

- NO ME TOQUES-

- yo la llevaré de regreso, regresen todos a sus asuntos- dijo él hombre que hasta ahora era mi espacio seguro.

Me dio la mano y me llevó hasta la habitación en la que estaba, me senté en la cama, él hizo una seña con la cabeza y la enfermera salió de allí, cerrando la puerta.

-¿que estoy haciendo aquí?- lo miré fijamente.

- Bruno es mi padre, cuando las encontramos él decidió traerte aquí a la casa- me respondió sereno.

- ¿porque hizo eso?- pelliscaba mis manos.

- eso si no lo sé- me sonrió.

- ¿cuanto tiempo pase así en la panadería?- agache la cara.

- parece que fueron cinco días- levanto mi cara con sus dedos - Te encontramos casi muerta, estabas desnuda tirada en piso, tu madre estaba muerta frente a ti- sus voz era neutra.

- creo que volveré a dormir- él no respondió y solo se fue.

Esa noche no dormí nada, solo me acosté en la cama a llorar.





Alexandra en multimedia, Madeline Petsch.

El Infierno de AlexandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora