Capítulo 6

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Pov Alexandra

Mis ojos viajaron al hombre parado frente a todos, era sin duda imponente, aunque no se miraba tan serio como su hermano Santino, Bella era levantada por los brazos del llamado Vincenso, después de saludar a todos sus ojos se posaron fijos en mí, se acercó lentamente hasta quedar frente a frente.

- Así que tu eres Alexandra - su voz era fuerte pero dulce a la vez, extendí mi mano hacia él.

- un gusto Alexandra Greco- él me sonrió, se acercó despacio.

- voy a abrazarte, no te asustes- me avisó y así lo hizo.

Sus brazos me rodearon suavemente, fue breve.

- yo soy Vincenso Lombardi- guiñó su ojo derecho y se alejó.

Con la algarabía formada por la alegría de la llegada de Vincenso pasamos al comedor, una mesa grande con muchas sillas, bien podrían ser unas veinte, la cena consistía en pasta Alfredo con camarones, no digo que me desagraden pero no soy fanática de los mariscos, el vino tinto servido en finas copas que solo con verlas se que valían más que todo lo que yo tenía antes.

- no soportaba el frío, fácilmente podría quedar congelado allí mismo solo con salir al exterior- se reía Vincenso, al contar sobre su viaje a Rusia.

Yo solamente escuchaba hablar a todos mientras cenaba en silencio, obserbava a esta familia, Santino de vez en cuando fiajaba su fría mirada en mí, talvez debe estar anlizandome.

La cena término, pero yo tenía dudas que quería resolver y lo haría esta misma noche, todos se levantaron y se sentaron en los sillones de la sala, Bella me tomó de la mano para que me sentara junto a ella.

- tu cabello es muy ananranjado- Vincenso me miraba curioso, lleve mis manos a un mechón de este

- siempre a sido así el color de mi cabello- sonrió.

- pareces una calabaza - soltó una pequeña caracajada.

Sonreí un poco ante su comentario.

- gracias, supongo - conteste.

Todos estaban disfrutando del rato que pasaban, pero en cambio a mi me carcomían por dentro todas las dudas y preguntas que tenía, así que reuní él poco valor que aún poseía y me atreví a hablar.

Me levanté del sillón, ganandome de inmediato la mirada de todos, pellizque él interior de mis manos con mis uñas y hablé.

- disculpe señor Bruno, pero quisiera que usted me resolviera algunas dudas que tengo- hable firme.

- ¿dudas? ¿como cuales?- su mirada se clavó en mí.

- mi madre, se que hay algo que no me esta diciendo y me gustaría saberlas- mi posición era segura.

- de acuerdo, creo que es hora de hablar- suspire tranquila - Pero no aquí, a mi despacho por favor- todos hiban a retirarse - TODOS - dijo fuerte.

Lo seguí a su enorme despacho, con todos detrás nuestro, no entiendo que hacen los hermanos Lombardi en esta conversación pero no importa, yo quiero respuestas.

El señor Lombardi se sentó en su silla giratoria negra que hacia juego con todo lo demás, su esposa se paro a su lado, me senté en una de las sillas del frente al escritorio en la de en medio para ser precisa, Santino Lombardi se sentó al lado derecho, por otro lado Vincenso Lombardi se sentó a la izquierda, Bella se paró detrás de mí.

- Bien, Alexandra, ¿que quieres saber primero?- habló Bruno Lombardi.

- ¿porque me ayudo y me trajo a su casa?- pregunte serenamente, él suspiro y se preparó para hablar.

- Tu madre Margarita, fue por ella que empezó todo esto, te conozco porque eres su hija, yo la adoraba pero no pude hacer nada por ella en aquel tiempo- suspiró, su esposa Alessia apretó su hombro en señal que lo apoyaba, me miró con tristeza.

- no entiendo nada- lo miré confundida.

- ella era la hija de Máximo Lombardi, el anterior jefe de la mafia, él era mi tío, hermano de mi madre, mi tío Máximo adoraba a Margarita, ella era su universo, yo era un poco mayor a Margarita, ya trabajaba en este negocio y Santino y Vincenso estaban pequeños, una noche llegué a casa de mi tío Máximo, él estaba abofeteando a tu madre, Margarita lloraba, esa fue la primera vez que vi  a Máximo derramar lágrimas, ella estaba embarazada, pero ese no era el problema, él problema fue que era de uno de los empleados de Máximo, su mano derecha se habia estado acostando a sus espaldas con su única hija, él no lo soportó y la echó de su casa sin darle oportunidad de hablar, la sacó a rrastras del pelo a la calle con lo único que tenía puesto, yo intenté interceder por ella, pero él le ordenó a los hombres que me agarraran- se detuvo un momento.

No sabía que sentir, como le pudieron hacer eso a mi madre, ella jamás dijo una sola palabra.

- Cuando Margarita acordó huir con él que era tu padre, Máximo lo obligó a escribirle una carta diciéndole que la odiaba y que él no se iría con ella, lo obligó a darle la espalda, un tiempo después de tenerlo encerrado se deshizo de él, tu madre se fue al pueblo, yo la busqué para ayudarla, pero ella rechazó mi ayuda, dijo que no quería nada que le recordara a los Lombardi, se cambió el apellido a Greco, poco a poco empezó a construir su panadería - me observó.

- ¿mi madre sabia que mi padre no la abandonó?- mis ojos estaban inundados de agua salada que amenazaba con inundar mi rostro en cualquier momento.

- se lo dije unas semanas antes de lo que les paso- se lamentó - Ella jamás quizo hablar conmigo, siempre me rechazaba, yo quería explicarle todo lo sucedido, pero a penas pude hacerlo, Máximo no soporto estar sin ella, ya que cuando la busco ella le dijo que él ya no tenía una hija, que había muerto para ella, él no aguantó la culpa por lo que le había hecho a su hija, murió de un infarto - creo que se lo tenía bien merecido.

- Así que esa es la razón por la que me trajo hasta aquí- los hermanos Lombardi me miraban fijamente.

- Así es, no pude hacer nada por Margarita, lamentablemente ya era muy  tarde para ella, pero aún estabas tú con vida- respondió.

- pero quienes eran los tipos que se metieron a la panadería, sigo sin entender eso- le dije desorientada.

- todavía no lo sabemos, hemos investigado pero aun no tenemos nada- dijo decepcionado.

Yo debía procesar toda esa información, así que me levante con la mirada de todos sobre mí.

- iré a dormir, estoy muy cansada y empiezo a marearme - empeze a salir de allí.

- yo puedo acompañarte- dijo Bella.

- no es necesario - respondí y salí lo mas rápido que pude de allí.

Me tiré en la cama sintiéndome vacia y llena de dolor al mismo tiempo, debía procesar todo, mi padre no quiso abandonarnos lo obligaron a hacerlo, él que se supone era mi abuelo tiro a mi madre a la calle como si se tratara de un perro, ella poco a poco se levantó para poder mantenerme.







Vincenso Lombardi en multimedia

El Infierno de AlexandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora