Capítulo 30

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Pov Santino

- Vamos gime para mi preciosa, no sabes como anhelaba que fueras completamente mía - la embestía con ella a horcajadas sobre mí, mientras me aferraba a su cintura y hundía mi rostro en su pecho.

- solamente tuya - susurro lento antes de besarme.

Y sonó la maldita alarma, ¿quien mierda pone alarma a un ebrio? Sí quieren saber la respuesta sí, fue Alexandra, está parada en la puerta esperándome por alguna a maldita razón que no se y no me importa.

- Buenos días dormilón, tu padre te espera en su despacho dijo que es importante, tiene que ver con los rusos que entrarían a tu territorio - término de decir y se fue cerrando la puerta.

Sí, como no, igual aunque me hayan plantado en el altar, lo sé irónico cierto, pero sí, a mí, el novio me dejaron vestido y alborotado, decidí levantarme ya que el mundo no acabaría por eso.

¡claro que no! Me duche, vestí y al terminar de prepararme baje al despacho de mi padre, Vincenso ya estaba aquí, junto con Alexandra, entre llamando la atención de los mencionados, no pierdo ese toque de llamar la atención en cuanto entro a un lugar.

- ¿como estas hijo?- la mirada de mi padre no expresaba nada.

- Después que me dejaron plantado, por una mujer con un sentido de lealtad completamente nulo, pues yo diría que estoy bien, no es como si fuera el apocalipsis - me senté en la silla vacía - Así que si no les molesta, pasemos a lo importante, los rusos, no estoy de buen humor así que prefiero terminar con esto rápido - resople.

- Bien, la ubicación la tiene Carlo, el los llevará, los hombres están preparados, y solo quiero decirles que tengan mucho cuidado, aún son mis hijos - sentenció mi padre.

Todos asentimos y nos levantamos de las silla.

- Cuiden muy bien a Alexandra - dijo por último.

Vincenso tomó la mano de Alexandra y la puso a su lado.

- Así lo haré - sonrió Vincenso, yo solamente seguí avanzando.

Al llegar al lugar era una enorme bodega, todo asegurado, hombres fuertemente armados en la entrada, matones de primera eso era evidente, al acercarnos, disparamos con los silenciadores puestos, poco a poco nos fuimos adentrando en la maraña de estos rusos estúpidos, llegamos a la puerta principal dos hombres que me superaban en altura, lo cual quiere decir que cada uno media cerca de los dos metros, demasiado vodka en la niñez de estos imbéciles.

Les disparamos a ambos y cayeron como un costal de papas, entramos al lugar, empacaban mercadería para distribuir, al analizar el lugar nos encontramos con Vladimir Romanov, estaba sostenido del barandal vigilando como si esta mierda fuera un gran imperio, pero lo que no sabe es que no dejo que nadie se meta a mi territorio sin pagar las consecuencias de ello, era un tipo de apariencia temible, para los demás por supuesto, a mi lo único que me causa es risa, su cabello es algo rojizo, es casi del mismo tono que del de Alexandra.

- cuando haga la señal, atacamos, Alexandra, quédate en un área segura - ordené a mis acompañantes.

Hice una seña con mi mano y de inmediato se empezaron a mover los hombres, aniquilando uno a uno los empleados de Vladimir, todos caían al suelo muertos, yo iba por mi objetivo principal, quería dejarle en claro que esto no lo permitiría.

Vincenso, Alexandra y yo llegamos a donde estaba el ruso, quien al percatarse de lo que estaba ocurriendo decidió empezar a huir, corrió por las escaleras hacia arriba, supongo que había un helicóptero esperándolo, de inmediato seguí su acción y lo perseguí.

El Infierno de AlexandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora