Después de un rato ya que no habían mas lágrimas, Santino se sentó en uno de los viejos sillones que había en el lugar.
- creo que no deberías sentirte sucia cuando alguien te mira, si los ojos de los demás están en ti es por tu belleza, eres una mujer hermosa, eres una preciosura pelirroja, eres muy sensual también, la mirada de los demás en ti es natural, con solo tu presencia cautivas a cualquiera, especialmente a un hombre - Santino por primera vez logro erizarme la piel solamente con sus palabras.
- gracias por tus alagos, pero se que no es del todo cierto, mi cuerpo es algo que me pone insegura - solté nerviosa.
- ¿porque?- la confusión era notoria.
- no soy la mas hermosa de las mujeres - me reí.
- ¿aun no lo entiendes cierto?- sonrió de lado - debo confesar algo que no se si es correcto, pero igual que es lo peor que podría pasar, tu, tu cuerpo y tu personalidad es lo mas hermoso que he podido conocer - su sonrisa se hizo delgada, como si sintiera que no debió decir eso.
- enserio sabes como cortejar a una mujer - le Sonreí nerviosa.
- yo no cortejo a las mujeres, lo único que he hecho todos estos años es llevármelas a la cama, incluyendo a Verónica, pero tú, eres prohibida y eso solo hace que me encantes aun más - de seguro debe ser el alcohol el que habla por el.
- ¿no crees que as bebido demasiado ?- me acerque a él.
- solamente he tomado un sorbo, estoy completamente consiente de cada palabra que digo - se pegó a mi cuerpo.
Mi piel se erizo aun mas al sentir su piel con la mía, las yemas de sus dedos empezaron a acariciar suavemente mis brazos, de arriba hacia abajo lentamente.
- desde que abro mis ojos en la mañana lo único que quiero hacer es probar esos labios que me vuelven loco - sus labios buscaron los míos.
Un suspiro escapo de mí, sus labios sobre los míos, saboreandonos uno al otro, Santino definitivamente tenía algo que me atraía, no podía poner resistencia cada vez que el me tocaba, al contrario me gustaba que se acercara a mí, eso sin duda alguna iba a ser mi perdición, así lo presentía.
Santino me levanto de la cintura, hizo que enrollará mis piernas al rededor de su cintura, puse mis manos en su cabello negro como la noche y lo acaricie mientras disfrutaba de sus labios, Verónica ahora si odiame, el se sentó en el viejo sillón, conmigo sobre el a horcajadas, sus manos suban y bajan por toda mi espalda, nunca había llegado tan lejos con un hombre, al menos no voluntariamente, pero él me hace tener curiosidad de lo que es estar con una persona que te gusta, algo despertó en mí, era deseo, deseo de él, yo lo deseaba a él, sus manos empujaron mi cadera hacia abajo, pude sentir conscientemente, que tenía a un hombre deseandome debajo de mis piernas, me despegue de el, sus ojos se posaron en los míos, su sonrisa, me encanta su sonrisa, era genuina, era lo mas real que había visto en el.
- Aun así no me crees que eres una pelirroja despampanante, que atrae muchas miradas solamente con tu actitud - le Sonreí.
Pero de un momento a otro esa sonrisa se borró, fue reemplazada por algo incontrolable dentro de mí, yo quería mas de el.
- Santino...- dudé lo que iba a decir.
- dímelo - rozó sus labios con los míos.
- besame - le dije casi jadeando.
Sus labios atraparon los míos con una pasión que me gustaba cada vez más.
- Tú, vas a ser mía, completamente mía - me levanto y llevo a una mesa.
Me sentó en ella y se hizo un espacio entre mis piernas, sus dedos llegaron al cierre de enfrente de mi vestido, por un momento dudo al tomarlo, sostuve su mano y lo bajo lentamente.
Yo me pare en él piso, sus ojos estaban atentos a todo lo que yo hacía, él vestido se deslizo por mi piel, no estaba segura de lo que estaba haciendo pero era lo que sentía que quería hacer.
Tome el broche de mi sostén y lo solté, Santino se acerco a mí con sus ojos obscurecidos, tomó el sostén y lo deslizo por mis brazos, el saboreo sus labios en cuanto vio mis pechos, yo me sonroje, aun no podía creer que me estuviera desnudando frente a el.
Estaba a punto de acercar sus labios a mi piel, estaba a un centímetro de llegar a mí, cuando me desperté, ¿pero que carajos? ¡estaba soñando! ¡con él! ¡no puede ser! Porque tendría yo que soñar con él, no tengo a Santino tan presente como par soñar con el.
- al fin despertaste - dijo sin mirarme. - te dormiste después de llorar, así que decidí recostarte en el sillón- dijo con su leve mirada en mí.
- lamento si te cause inconvenientes - me levante del sillón.
- para nada - se dio la vuelta y vi su camisa completamente abierta mientras el se abotonaba las mangas. - De hecho necesito que me acompañes a un club ahora mismo- vi por una pequeña ventana en la parte de arriba que estaba completamente oscuro.
- supongo que no puedo decirle que no a mi jefe - relaje mis hombros.
El solamente sonrió, yo me quede observándolo, la forma en que cada botón iba subiendo, su piel desapareciendo detrás de la tela.
- Vincenso se nos unirá mas tarde, solo por si quieres saberlo - término de arreglarse.
Salimos de esa pequeña habitación, al salir me di cuenta que la Arena estaba vacía, solo habían un par de guardias cuidándola, Santino se acerco a un auto y me abrió la puerta del copiloto par que entrara, el se subió del otro lado y empezó a manejar después de lapso de tiempo corto llegamos al Club, la musica sonaba fuerte por todos lados, las personas bailando, bebiendo y fumando estaban por todas partes, habían personas reunidas en otras mesas consumiendo otro tipo de sustancias, Santino debió haber notado algo en mí porque me agarro la mano.
Me jalo levemente a el y se coloco detrás de mí pegando su pecho a mi espalda, basto solamente sentirlo detrás de mi para que mi piel erizarse completamente.
- tranquila que yo voy a cuidarte muy bien - me dijo en el oído.
Sus palabras resonaron mas en mi piel que en mi cabeza, pero que carajos me pasa que no entiendo, sueño con el y ahora mal interpreto todo lo que dice y hace.
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El Infierno de Alexandra
RomanceAlexandra Greco sufrirá en carne propia el dolor más insoportable en este mundo, lo que la llevará a tomar una sed de venganza insaciable, le será tendida la mano de una persona que es completamente ajena a ella, queda desprotegida con la muerte de...