Capítulo 22

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Pov Alexandra

- ¿interrumpo?- la voz de Santino era mas grave de lo que acostumbraba ser.

Lentamente baje mi rostro hasta dejar mi frente pegada al pecho de Vincenso, el que se volteo lentamente y con fastidio.

- De hecho sí, interrumpes - contesto serio.

Los ojos de Santino tenían algo diferente, una mirada distinta a la que he visto muchas veces en el, pero esa mirada no se dirigía a mí en ningún momento, era como si no quisiera verme, supongo que las palabras de Verónica o aun así las mías le molesten bastante, era tal el enojo que no quería dirigirme la voz ni la vista.

- Debemos irnos hay trabajo que hacer, y trae a la chica - hizo un gesto de mala gana con la mano, se dio la vuelta y se fue.

¿en que momento pase a ser la "chica"? Era cierto que no le agradaba para nada, solamente en sus momentos de confusión cuando sus labios o entrepierna pensaban por el, pero jamás había usado esa forma de referirse a mí tan desinteresada, como si le diera igual, pero yo no le debo respeto al menos no de la forma en la que el piensa, el tipo esta por casarse ¡carajo! Y un par de besos producto del momento no es motivo suficiente para pensar en hacer una relación a base de eso, Santino debe aclarar las ideas de su cabeza.

- ¿en que estabamos?- Vincenso se acercó de nuevo a mis labios.

- Estábamos en que debemos irnos o tu hermano va a despellejarnos a ambos - deje un corto beso en sus labios y tome su mano entre la mía y lo guíe hacia adentro.

Al llegar a la entrada donde el auto estaba listo para arrancar Verónica se encontraba parada frente a Santino; parecían estar discutiendo, el se veía sumamente enojado y ella no se quedaba atrás, Vincenso y yo subimos al otro auto, el dijo que seria mejor si íbamos separados de ellos.

- ¿a donde vamos?- pregunte recostando mi cabeza en su hombro.

- vamos a la Arena, debemos arreglar asuntos pendientes con una rata - dijo en tono despreocupado.

- ya veo - me removí en mi asiento - Y entonces Verónica ¿para que viene?- subí mi mirada a sus ojos.

- Es bueno tener una coartada, a lo que la familia Lombardi se dedicada es un secreto a voces, pero nadie dice nada porque ayudamos a las personas en cierto modo y por eso nadie dice nada, la coartada es para que nadie se atreva a decir lo contrario- me guiño su ojo derecho - Solamente ignorala y estarás bien - sostuvo mi mano.

Llegamos al lugar al que puedo decir ya me había acostumbrado veníamos aqui por lo menos cuatro veces a la semana, me estaba familiarizando bastante bien con la Arena.

Santino bajo del auto azotando la puerta de forma demasiado brusca y agresiva, paso por el frente de nosotros, Verónica bajo del otro lado, estaba que hechaba chispas por todos lados, sus ojos rojos de furia, paso al frente de nosotros mientras me dedicaba una mirada que si pudiera matarme ya estaría bien muerta.

- Y eso que aún no han estallado del enojo - me dijo Vincenso mientras pasaba su brazo por encima de mi cuello.

Entramos al lugar y Vincenso adoptó su postura seria, seguimos a uno de los hombres por un pasillo largo que parecía llegar a un pequeño cuarto, al llegar allí Santino se encontraba golpeando a un hombre amarrado en una silla, estaba atado de pies y manos, estaba sudoroso con sangre cayendo por su rostro, habían quemaduras de cigarros en su pecho, habían dos cables conectados a una bateria para carro y dos pinzas para sostenerlas de su piel y electrocutarlo habían golpes  y moretones por todos lados, la tortura a la que había sido sometido era evidente y se ve que era cruel, ¿que fue lo que hizo para terminar en esta situación? Era la pregunta principal para mí.

- No me hagas repetirlo - el enojo en la voz de Santino era pesado, se paseaba por la mesa donde habían varios objetos duros entre ellos un martillo que tomó entre su mano. - Parece que necesitas motivación para responder, bien, haremos esto si te reusas a contestar primero te romperé una mano, después será tu pierna y por último será tu cabeza.- decía señalando cada parte con el martillo.

- yo no hize nada - decía el hombre llorando.

- ¿quien te pagó? - la voz de Santino salió en tono neutro de sus labios.

- yo no hice nada ¡lo juro!- habló asustado el interrogado.

Santino enfureció y levanto fuertemente el martillo y lo azotó en su mano derecha, el grito de dolor y el sonido de la mano rompiéndose me impacto, debo decir que por un momento tuve ganas de vomitar, pero debía seguir de frente como si nada pasara, si eres débil no sirves para este negocio.

- ¿QUIEN TE PAGÓ?- esta vez fue su vos la que me estremeció y por segundos me paralize con el susto.

- NADIE ¡LO JURO! NADIE - el hombre temblaba de miedo mientras se retorcía por el dolor de su mano fracturada.

Pero Santino, de nuevo levanto su brazo con fuerza e impacto el martillo de su mano en la pierna del hombre que grito aun mas fuerte; su rodilla trono en un estruendoso crujido de huesos rompiéndose, incluso llego a orinarse encima debido al dolor que estaba sintiendo.

- El próximo va a tu cabeza - advirtió moviendo el martillo frente a sus ojos, agitándolo de un lado a otro - Lo preguntaré una vez mas  ¿quien fue el que te pago para que les dijeras todas nuestras rutas? ¿quien fue el que te envio a infiltrarte maldita basura, en nuestro territorio? ¡QUIERO UN MALDITO NOMBRE!- levanto furioso su brazo y cuando el martillo estaba a punto de impactar en su sien.

- ¡VLADIMIR ROMANOV!- gritó, con las remotas esperanzas, que al confesar todo lo que sabía tendría una mínima oportunidad de seguir viviendo. - El es el jefe de la mafia rusa, el fue quien me envió para infiltrarme y aprender de memoria cada uno de sus movimientos y recorridos y sus principales puntos frecuentes- habló entre lágrimas, susto, adrenalina y esperanzas de vivir.

- ¿Donde lo encuentro?- bajo el martillo.

- Romanov vendrá a la ciudad en tres días, se instalara en el lado oeste, traerá a su gente para empezar a difundir la noticia que el es el nuevo jefe de todo, empezará a matar a sus hombres y todo aquel que trabaje para la familia Lombardi, hasta la mas pequeña cucaracha que se encuentre en su casa sera asesinada, es todo lo que se - sorbió su nariz intentando despejar sus fluidos nasales.

- Bien - Santino relajó los hombros - Manténlo - ordeno al hombre que se encontraba a su lado, el sacó su arma.

- por favor no me maten- el hombre suplicaba por su vida.

Pero el impacto llego a su cabeza antes que pudiera si quiera articular una letra, perforando su cráneo, el cuerpo perdió toda acción de movimiento, debo admitir que me sorprendió ver como lo torturaban, Vicenso parecía de lo mas tranquilo, Santino se acercó con un trapo limpiándose las manos, y compuso su camisa, se puso de nuevo su traje color negro.

- que pensabas que eramos las malditas exploradoras vendiendo galletitas, así que aprende a asimilarlo - la rabia en su voz era sumamente alta, paso a mi lado empujándome levemente con su hombro.

El Infierno de AlexandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora