Capítulo 02

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No me gusta mucho asustar a mi esposa ni mucho menos preocuparla, no creí que estaría tan nerviosa por el simple hecho de que me despertara a mitad de la noche, pero dado lo que paso anteriormente no la culpo en absoluto de haberse conmocionado así.

Ahora dejando el viejo saber de todos el cual es: Cuando Lady Cae, no hay fuerza en la tierra que la despierte a excepción de una sola cosa. Que se ponga Horny.

Luego de calmar el nervioso estado de mi esposa, ambos bajamos a la cocina a ver que conseguíamos en la nevera para comer, y como cosa extraña había más de una cosa que hartarse allí, pero ambos le pusimos el ojo a un gran pastel de chocolate.

— ¿Seguro qué te sientes bien Cariño? —Pregunto en medio de sus voraces mordiscos.

—Sep, solo me pego el hambre feo. —Respondí antes de tragarme un gran trozo de pastel. —De verdad no me duele nada, y estaba soñando tranquilamente hasta que mis tripas me dijeron ¡DOKODA!

—Por un momento me asuste Arthur.

La abrace y la senté en mis piernas para darle un beso y sonreírle con cariño.

—Tranquila, ya lo peor pasó. No creo que otro ataque de esos me dé, ya estoy bien.

—Eso dices tú, y puede que lo digas solo para no preocuparme.

—Que bien me conoces, y por esa misma razón, sabes que esta vez no tengo nada. De otra manera no estaríamos acá, a las tres de la mañana comiéndonos este pastel solo nosotros dos.

—Es cierto. Pero de igual manera en la mañana iremos a primera hora a ver a Nicole, ella también estaba muy preocupada por ti.

—Lo que mi Reina ordene.

Nos comimos más o menos la mitad de esos tres kilos de pastel, una perdición para un diabético seguramente, pero para nosotros, que ni siquiera nos engorda, es la gloria.

—Arthur te quedo chocolate en la cara.

—Ya me limpio.

Antes de que me pudiera limpiar con un trapo, mi esposa me tomo del mentón y con su lengua me limpio todo ese chocolate para luego relamerse ella.

—Ahora ya estas limpio Cariño.

—Que lastima que no te cayó en el pecho... me hubiese gustado lamerlos.

—Si quieres los puedo embarrar de chocolate, así tendrás chocolate con mi leche...

Solo basto que nos viéramos y nos empezáramos a devorar el uno al otro con ganas.

Levantándome yo para sentar a mi mujer en el mesón y así poder besarla más a gusto, con solo ver su cola, se lo ansiosa que estaba.

—Arthur...

—No podemos pasar mucho tiempo lejos del otro, sin que nos pongamos así, eso lo sabemos desde hace años, somos básicamente adictos al otro.

—Es inevitable...

Ella me abrazo con sus patas de la cadera para seguir besándome mientras se frotaba contra mí.

—Te aguantaste mucho Linda.

—No sé ni cómo lo logre, supongo que era la angustia.

—Jejeje lo importante es que ya estoy aquí otra vez para mantenerte rellena, satisfecha y feliz.

—Por eso eres el mejor marido del mundo Arthur.

—Y tengo una taza que lo dice.

Nuestro desenfrenado amorío se movilizo hasta la sala, porque la última vez que lo hicimos en la cocina, termino en un gran desorden.

Amor Digital. Next Order.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora