Capítulo 9

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Koutarou podía notar la tensión en cada uno de los músculos de su cuerpo. Los segundos de incertidumbre antes de que el árbitro pitara el inicio del partido eran electrificantes. Koutarou clavó los pies en el suelo y flexionó las piernas preparado para recibir el saque del equipo contrario.

El sonido del silbato rompió el silencio. Los gritos estallaron en las gradas.

El balón pasó por encima de la red. Komi consiguió elevar el saque y enviarlo sin mucho problema a la posición del colocador. Hanabayashi le pasó el balón. Koutarou se preparó para el salto. Otra pelota rápida que no le dejaba más opción que rematar contra el líbero. Koutarou gruñó molesto. Antes de que pudieran reaccionar, uno de los puntas del Nohebi había estampado el balón en su lado de la pista, robándoles el primer punto.

–¡No pasa nada! –gritó Konoha intentando mantener el ánimo del equipo–. ¡Marquemos el siguiente!

El primer punto siempre era importante. Ese primer punto era el que establecía cuál de los dos equipos iba a estar al contrataque y podía arrastrar el ánimo para el resto del set. Hanabayashi lo ignoró en la siguiente jugada. Koutarou se notaba incómodo y antes de darse cuenta, la desventaja ya era de tres puntos.

Koutarou pasó a la línea trasera habiendo sido capaz de anotar sólo dos puntos. Hanabayashi estaba haciendo girar la ofensiva del equipo alrededor del único rematador de tercero. El entrenador Yamiji pidió el primer tiempo muerto. Necesitaban utilizar mejor el lado izquierdo y no dejar que Nohebi se sintiera demasiado cómodo.

Las cosas cambiaron poco después del tiempo muerto. Koutarou notaba un leve cosquilleo en sus dedos, ansiosos por tocar el balón pero lo único que seguía llegando eran rápidos que lo forzaban a posiciones extrañas. Komi y Konoha habían conseguido mantener la pelota en juego pero sin definición en el ataque pronto se encontraron a 11-17. Se suponía que Koutarou era el As del equipo, pero la mayoría de puntos a favor del Fukurodani los había marcado Washio. No tenía ningún sentido mantener a Koutarou en la pista si no iba a ser capaz de marcar puntos.

El árbitro silbó deteniendo el partido.

Koutarou notó un escalofrío recorrerle la espalda. Le atemorizaba ver el número 4 en la placa de su sustituto. Al girarse, Akaashi estaba tras la línea y alzaba la placa con el número de Hanabayashi. El colocador titular le lanzó una mirada asesina a su suplente y le arrancó la placa de las manos. Akaashi pareció no inmutarse y corrió hasta su posición junto a Koutarou.

–Ya era hora –exclamó Konoha dándole una palmada en el hombro a Akaashi.

–Ganemos este set. –Komi se frotó las manos–. No vamos a dejar que sigan haciendo lo que quieran.

–Bienvenido, Akaashi. –Incluso el ánimo de Washio parecía distinto por el simple hecho de tener a Akaashi en la pista.

–Si alguien tiene alguna preferencia, por favor, decídmelo. –Akaashi les hizo una pequeña reverencia antes de centrar su mirada al otro lado de la red–. Bokuto-san, recuerda tu promesa.

Koutarou no se dejó engañar por la ausencia de entonación en las palabras de Akaashi. Estaba seguro que la emoción le estaba haciendo hervir la sangre y se sentía sediento de victoria.

El saque fue de Konoha.

–¡Balón libre! –gritó Komi enviado el balón hasta la posición del colocador con un arco perfecto.

–¡Bokuto-san! –Akaashi gritó. El pase era alto y un poco alejado de la red.

Koutarou inició su carrera de aproximación y saltó con toda la fuerza que le permitieron sus piernas. Notó la tensión en su hombro para conseguir golpear la pelota en el punto exacto. El balón cruzó el campo como una bala de cañón. El líbero fue incapaz de posicionar todo el cuerpo tras su plataforma a tiempo y acabó mandando la pelota contra el banquillo.

First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora