Capítulo 19

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Keiji respiró hondo antes de abrir la puerta de clase. Aún no acababa de creerse que hubiese conseguido convencer a Bokuto-san de que no hacía falta que lo acompañara todo el camino. Aún tenía un día muy largo por delante, pero al menos era viernes y los clasificatorios para el Interescolar eran suficiente para distraerlo de los comentarios y las risas malintencionadas. Era difícil que los rumores pudieran ir a peor, pero Keiji empezaba a estar cansado de que todo el mundo se creyera con derecho a juzgarlo.

El pupitre de Mizuno seguía vacío. Keiji entró ignorando a todo el mundo a su alrededor. Los murmullos le llegaron como un ruido ininteligible. Sin mucho miramiento, colgó su mochila en el gancho de la pata de su pupitre y se sentó dejando que su mirada se distrajera imaginando formas en las nubes al otro lado de la ventana. El uno de julio estaba a la vuelta de la esquina. Keiji había visto unos búhos de peluche muy monos en la papelería junto a la estación. Y no eran demasiado caros. Quizá podía regalarselos a Bokuto-san para celebrar que hacía dos meses que estaban juntos.

–¡Akaaaaashiii! ¡Buenos días!

–Buenos días Mizuno –contestó Keiji nada más oír el grito de Mizuno.

A veces se arrepentía de haber dejado que Mizuno y Bokuto-san se hicieran amigos. Estaba claro que su novio era una mala influencia.

–¡Cualquiera diría que estamos en un funeral! –Mizuno se sentó sobre el pupitre de Keiji y se apoyó contra la ventana.

–¿Un funeral? –Keiji frunció el ceño y miró de reojo a sus compañeros de clase.

Keiji había estado tan absorto en su propio mundo que no se había dado cuenta del silencio absoluto que reinaba en el aula. Resultaba casi antinatural.

Sin querer, cruzó miradas con uno de los amigos de Umehara. Keiji estaba seguro que no se había imaginado como el chico le había girado la cara.

–¿Y ahora qué os pasa? –Mizuno gritó entre risas. Tenía que haberse dado cuenta también–. ¿Ya no sois tan valientes?

Keiji pudo notar como se le erizaba todo el vello del cuerpo. Lo último que esperaba es que el chaval se levantara de su asiento y se les acercara.

–Lo siento, Akaashi. –El chico se dobló en un ángulo recto perfecto. La tensión podía verse en cada uno de sus músculos.

–¿Lo sientes? –Keiji se lo quedó mirando sin entender una sola palabra. Estaba seguro de que acababa de caer en una dimensión paralela.

–¡No volveremos a meternos contigo! Siempre nos has caído bien, pero ya sabes cómo es Umehara. –El chico se alzó. Era fácil ver el terror en sus ojos–. Te juro que no tuvimos nada que ver. Umehara lo planeó todo solo.

–¿Qué es lo que crees que voy a haceros? –Keiji frunció el ceño.

–¿No lo has oído? –Mizuno parecía emocionada–. Ese cabrón está ingresado en el hospital. Me alegro que alguien le haya hecho pagar.

Keiji tenía la impresión de que sus emociones eran como la lava en la cámara de un volcán. La presión de la ira reprimida tras meses de humillaciones parecía haber llegado al límite y era imposible de contener. Keiji se levantó de su asiento. No se explicaba cómo tenía las narices de pedirle perdón, como si una disculpa hipócrita fuera a resarcir la más ínfima parte de todo lo que había tenido que sufrir.

–Umehara me drogó y me violó y creisteis que sería divertido contárselo a todo el instituto como si no mereciera ningún respeto. –Keiji no pudo refrenar el ácido en sus palabras–. Muy seguros estabais de que no os iba a enseñar los dientes. Y ahora me pedís perdón porque lo que habéis hecho tiene consecuencias. Pedirme perdón no os va a servir de nada. Por lo que a mí me importa, podéis seguir viviendo mirando a vuestras espaldas. No os perdono. No tengo por qué hacerlo. Tú y tus amigos conseguisteis que mis últimos meses en la escuela fueran un auténtico infierno y queríais que todo siguiera igual en el insti. ¿Y ahora esperáis que lo olvide como si no hubiese pasado nada?

First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora