Capítulo 10

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La vuelta a casa estaba siendo extraña. Después del partido, los ánimos de todo el mundo estaban por las nubes pero Koutarou tenía la impresión de estar asfixiándose. Nada más subir al autocar, Akaashi se había atrincherado en uno de los asientos junto a la ventana y no le había dirigido la palabra, daba igual cuantas veces Koutarou intentara sacarle tema de conversación.

Koutarou estaba acostumbrado a que lo ignoraran pero la sensación no era para nada la misma. No hacía tanto que se conocían pero Akaashi le había hecho sentir que podía ser él mismo sin temer que lo abandonara. Ahora mismo ya no estaba tan seguro. No necesitaba ser muy listo para ver que Akaashi estaba enfadado con él pero por muchas vueltas que le diera no entendía qué era lo que había hecho.

Los veinte minutos de trayecto se le hicieron eternos pero antes de que se diera cuenta el autocar se detuvo frente a las puertas del instituto. Koutarou se estiró nada más poner los pies en la acera. El entrenador Yamiji quería tener una pequeña reunión en el gimnasio antes de mandarlos a todos para casa.

–Akaashi-kun será el colocador titular a partir de mañana –el entrenador anunció lo que todos ya sabían–. Marchaos a casa, cenad bien y descansad. Mañana nos espera otro día intenso.

Koutarou estaba hablando con Saru cuando Akaashi se despidió con una leve reverencia y se marchó sin esperar a nadie.

–¿Se ha ido sin ti? –Komi se lo quedó mirando con el ceño fruncido–. ¿Ha pasado algo?

–Será mejor que me vaya yo también –se despidió Koutarou–. ¡Nos vemos mañana!

Al salir del gimnasio, Akaashi ya no estaba en ninguna parte. Koutarou corrió hasta la verja de la entrada. Si se daba prisa, lo mismo aún podía alcanzarlo.

–¡Akaashi! ¡Espérame! –gritó al verlo al otro lado de la calle–. ¡Akaashiiiiiii! ¡Lo siento!

Akaashi se detuvo en seco y se lo quedó mirando.

–Lo siento –dijo Koutarou entre jadeos nada más alcanzarlo.

–No quiero que me pidas perdón. No necesito que me tengas lástima –contestó Akaashi apretando los puños. Todo su cuerpo parecía estar temblando–. ¿Es divertido? ¿Te sientes mejor jugando a rescatar al pobre crío indefenso?

Koutarou fue incapaz de reaccionar. Entendía las palabras pero su cabeza no era capaz de precesarlas. Tenía la impresión de haber olvidado su propio idioma.

–No... –balbuceó Koutarou–. Akaashi, yo no

–Bokuto-san –lo interrumpió Akaashi–, mañana tenemos un día muy largo y estoy cansado.

–Oh. Oh-key. –Koutarou tenía la impresión de estar navegando entre arenas movedizas–. Nos vemos mañana.

Estaba seguro de que si le cogían el corazón y se lo estrujaban con fuerza iba a doler menos que la desidia en el tono de Akaashi.

Aún era pronto pero Koutarou se había encerrado en su habitación, incapaz de estar rodeado de su familia. Su madre le preguntaría que qué le pasaba y Koutarou no tenía muy claro que pudiera responder.

–Supongo que es lo que se siente cuando te parten el corazón. –Koutarou rió histérico y dejó que el silencio de su habitación fuera su único confesor.

Si alguno de sus hermanos lo oía se iba a pensar que estaba loco. Si al menos entendiera qué era lo que había hecho mal podría intentar arreglarlo. Konoha lo iba a odiar si Akaashi dejaba el equipo por su culpa.

First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora