Capítulo 7

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Sólo quedaban siete días para que empezaran los clasificatorios y la tensión parecía haber electrificado el ambiente en el vestidor. Koutarou notaba los nervios a flor de piel, lo habían estado toda la semana y su rendimiento en la pista había sido la primera víctima. Su único consuelo era saber que al menos las cosas no habían escalado hasta el punto de que el entrenador Yamiji hubiese tenido que volver a cambiar a Hanabayashi por Akaashi.

Era un consuelo vacío.

Koutarou hubiese preferido mil veces poder rematar los pases de Akaashi. Quizá era por su tendencia a mantenerse en guardia, pero el control que Akaashi tenía en cualquier momento sobre lo que estaba pasando en la pista era alucinante. Parecía que siempre sabía como colocar la pelota para no cerrarle las opciones a sus rematadores.

Koutarou cruzó los dedos mientras el entrenador Yamiji recitaba los nombres de los jugadores que iban a ser titulares esa temporada. Koutarou se notaba la boca pastosa y el pulso acelerado. La posibilidad de quedar fuera estaba ahí. Contando lo inestables que habían sido sus remates últimamente, lo sorprendente iba a ser que consiguiera conservar su puesto.

–Ya te dije que estabas siendo dramático. –Saru le dio una palmada en la espalda nada más escuchar al entrenador decir su nombre.

La lista traía pocas sorpresas. Komi era el nuevo líbero y Washio al fin había conseguido sumarse a Konoha y Koutarou. Saru no había tenido tanta suerte. Ahora sólo faltaba Akaashi y estarían un paso más cerca de tener la mejor alineación que el instituto había visto en mucho tiempo.

–¡No me lo puedo creer! ¿En serio? –Konoha gruñó–. ¿Hanabayashi?

Todos los de segundo se miraron atónitos. Koutarou estaba seguro que no lo había escuchado bien. Era imposible que el entrenador Yamiji hubiese elegido a Hanabayashi como colocador contando con cuatro jugadores de segundo en la alineación inicial.

Era como si hubiesen perdido una batalla crucial en el feudo que mantenían con los de tercero desde que, según ellos, Koutarou les había robado un puesto que tendría que haber sido suyo. Konoha parecía molesto mientras lo ayudaba a destensar las redes para que no se estropearan mientras no iban a usarlas.

–No entiendo porque os sorprende. –Akaashi se les acercó arrastrando el cesto de pelotas, su cara impasible.

–¿No te molesta? –preguntó Konoha–. Hanabayashi es un gilipollas.

–Hanabayashi tiene más experiencia –Akaashi se encogió de hombros–, y sólo estamos en abril.

Konoha pareció desinflarse como un globo de feria. Toda la tensión había desaparecido de sus hombros y daba la impresión de sentirse completamente derrotado.

–Bokuto, ¿por qué te lo tuviste que buscar razonable? –Konoha se quejó–. ¿Tanto costaba dejarme estar encabronado un rato más?

–Supongo que alguien tenía que serlo –Akaashi suspiró–. Konoha-san, si necesitas desahogarte, ¿por qué no nos ayudas a practicar un rato más? A Bokuto-san le sería muy útil tener un bloqueador al otro lado de la red.

–Ni por todo el oro del mundo. No estoy tan loco. –Konoha se subió la cremallera de la sudadera–. ¿Por qué no le preguntáis a Washio?

–Ha sido el primero en huir –contestó Koutarou cruzándose de brazos–. Había quedado con su novia. Venga, Konoha. Sólo será media hora.

–Ya me conozco tus medias horas –dijo Konoha colgándose su bolsa de deporte al hombro–. Nos vemos mañana.

Koutarou se lo quedó mirando mientras se alejaba. La puerta del gimnasio estaba entreabierta y se colaban los últimos rayos del día.

First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora