Capítulo 15

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Para Koutarou, la idea de tener que volver al instituto sin Akaashi resultaba casi inconcebible pero había sido imposible convencer a su madre para que le dejara hacer campana un segundo día por mucho que hubiese suplicado que su novio lo necesitaba. Koutarou se quedó mirando por la ventana nada más sonar el timbre. Era extraño saber que si bajaba hasta la clase de Akaashi no lo iba a encontrar sentado en su pupitre.

Los rumores de la expulsión de Hanabayashi habían empezado a correr como la pólvora desde primera hora de la mañana, pero las historias cambiaban a cada minuto. La gente no había tardado demasiado en atar cabos e imaginar que algo había pasado con Akaashi cuando era el segundo día que faltaba a clase. Koutarou no podía dejar de horrorizarse cada vez que una historia peor que la anterior mandaba a su novio al hospital.

Koutarou estaba convencido que, a parte de él, sólo Konoha sabía lo que realmente había pasado. Todo era demasiado personal como para plantearse ni siquiera la idea de explicárselo al resto de compañeros del equipo. Quizá era mejor dejarles sacar sus propias conclusiones y que creyeran que sólo había sido una paliza.

–¿Sabes cuando dicen que vigiles con lo que deseas? –Konoha murmuró frotándose la cara con las manos–. Nos hemos deshecho de Hanabayashi, ¿pero a qué precio?

La voz de Konoha sonaba rasposa. Desde que se habían encontrado esa mañana en la puerta del instituto Koutarou apenas lo había oído decir dos palabras seguidas. Era demasiado fácil olvidar que Konoha también había estado en ese maldito parking.

–No te hagas eso –contestó Koutarou.

–Nos encaramos cuando os largastéis en el taxi, ¿y sabes lo que me dijo ese cabrón? Que sólo quería darle un susto, que no tenía ni idea de lo que iba a hacer Umehara. Estuve a punto de partirle la nariz pero tuvo demasiada suerte y Washio se metió de por medio.

Koutarou notó como se le revolvía el estómago al recordar el terror y la angustia, la palidez en el rostro de Akaashi, las horas sentado en el office del hospital escuchando a su novio relatar cada detalle escabroso.

Hanabayashi nunca llegaría a saber lo afortunado que era de que Akaashi se hubiese negado de una forma tan vehemente a denunciar. Lo más probable es que los padres de Hanabayashi llegaran a un acuerdo con el instituto para evitar el escándalo y enterrar el asunto. Era frustrante que lo transferirían, acabaría la secundaria y sería como si nunca hubiese intentado arruinarle la vida a otra persona por su envidia miserable.

–Soy incapaz de sacarme la imagen de la cabeza –gimió Konoha–. ¿Cómo puedes soportarlo?

–Hablar con Akaashi y ver lo fuerte que es, ayuda. –Koutarou le dio una palmada en la espalda–. Si él puede reír, no tenemos el derecho a no hacerlo nosotros.

–¿Desde cuándo eres capaz de decir cosas con sentido? –Konoha se recostó en la silla y miró al techo.

–¡Algo se me tenía que pegar! –Koutarou recordó la decena de veces que Akaashi les había hecho de voz de la consciencia.

–Saru me ha preguntado esta mañana y no he sabido ni qué decirle. ¿Por qué alguien querría hacer algo así? Y lo peor es que ese hijo de puta lo tenía todo planeado. –Konoha frunció el ceño.

Koutarou asintió con la cabeza.

–Tendríamos que partirle la cara. No solucionaría nada, pero me quedaría muy a gusto. –Konoha parecía disfrutar imaginándolo.

–Se merecería algo mucho peor. –Koutarou apretó los puños hasta notar como se le hundían las uñas en las palmas de las manos.

–No tienes más que decirlo.

First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora