Capítulo 21

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De los ciento ochenta equipos que habían empezado la competición, sólo dos iban a conseguir clasificarse para el Interescolar en Agosto. Koutarou le había prometido que una de esas dos plazas iba a ser suya, pero el marcador parecía querer dejarlo como un mentiroso.

El árbitro acababa de pitar el punto de set para el Nekoma cuando Koutarou siguió al resto del equipo hasta el banquillo. Koutarou cogió la toalla que le ofrecía Yukippe y se secó el sudor de la frente. Las cosas no estaban yendo bien, pero Koutarou era incapaz de concentrarse en el partido.

–¿Aún no habéis conseguido arreglar las cosas? –Yukippe preguntó sentándose a su lado.

Koutarou negó con la cabeza. No sabía cuántas veces había mirado hacia las gradas intentando encontrar a Akaashi, pero su novio parecía decidido a seguir haciendo gala de su resentimiento. Quizá ni siquiera estaba allí. Mizuno también estaba jugando en ese momento y era muy probable que Akaashi hubiese preferido quedarse a animar a las chicas.

–¡Lo mejor que puedes hacer es ganar el partido! No hay nada que Akaashi quiera más que jugar en el Interescolar, así que anímate.

–¿De qué va a servir si decide dejar el equipo porque no quiere volver a verme? –Koutarou se encogió sobre sí mismo.

–Ahora estás siendo dramático, Akaashi te quiere.

–¿Cómo estás tan segura? –No era como si otras veces la gente no lo hubiese dejado abandonado sin darle más explicación y su novio era demasiado perfecto para tener que aguantar a alguien como él–. Akaashi se merece a alguien mejor.

–Deja de decir tonterías, Búho idiota. –Yukippe le clavó una uña en el brazo–. No he visto nunca a nadie que se entienda como vosotros. ¿Cómo puedes decir que no sois el uno para el otro?

No había nada que quisiera más que creer a Yukippe, pero los últimos dos días no decían mucho a favor de sus argumentos. Quizá lo mejor que podía pasar era que el entrenador Yamiji lo sustituyera antes de que arruinara él solo las oportunidades del equipo. No era como si hubiese hecho nada bien en la media hora larga que había durado el primer set y la risa de Kuroo cada vez que conseguía bloquear uno de sus remates lo estaba poniendo de los nervios.

El descanso terminó sin que Koutarou hubiese escuchado una sola palabra de lo que les había dicho el entrenador. El resto de compañeros sólo hacían que lanzarle miradas nerviosas. Lo único que Koutarou había hecho era preocuparse por su novio. Si Akaashi no quería perdonarlo, le iba a dar igual. No era como si lo necesitara.

Con los dos pies plantados tras la línea de saque, Koutarou lanzó la pelota al aire y dio tres pasos antes de golpearla con todas sus fuerzas. No necesitó oír el grito del líbero para saber que era fuera de juego. Koutarou gruñó molesto.


Las cosas no habían mejorado demasiado cuando al fin volvió a la línea de ataque.

–¿Oya? ¿Alguien está cabreado? –Kuroo le lanzó una sonrisa satisfecha al estampar otro de sus remates contra el suelo–. ¿Nos vas a regalar el partido?

–Cállate, bro –se quejó Koutarou.

Por muy molesto que pudiera resultar a veces, Kuroo tenía razón. Koutarou no había hecho absolutamente nada bien desde el primer minuto de juego. El siguiente pase fue para Saru y, antes de darse cuenta, Koutarou había perdido la cuenta de cuánto rato llevaba sin tocar la pelota. Estaba claro que Konoha había decidido al fin que seguir dándole pases a Koutarou no iba a servir para nada. Si eso era lo que pensaban, y Koutarou no era más que un inútil, podían buscarse la vida para intentar ganar el partido. Akaashi también tenía que haberse dado cuenta al fin que no valía la pena hacer el esfuerzo de aguantarlo. Washio y Saru mantenían igualada la diferencia de puntos con el Nekoma, pero si no conseguían adelantarse en el marcador iba a ser imposible ganar el partido.

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