EXTRA: Ocho años después

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DISCLAIMER: Este drabble no tiene nada que ver con la historia principal pero alguien me preguntó como tendría que ser la discusión para que Bokuto le pidiera matrimonio a Akaashi. Esto es esa discusión :)


Koutarou aún no acababa de creerse que los Jackals lo hubiesen llamado con una oferta pero aún no había nada definitivo. Su manager seguía insistiendo que no se preocupara demasiado pero las negociaciones seguían alargándose y la temporada de fichajes estaba a punto de cerrar.

–Kou, ¿cuándo piensas venir a la cama? –Keiji preguntó dejando sus gafas sobre la mesilla de noche–. Es la una de la madrugada, ahora no vas a poder hacer nada.

–Pero Ji, ¿y si han cambiado de idea y retiran la oferta? –Koutarou se sentó en el colchón junto a su novio.

–No son el único equipo de la Liga Profesional. No eres el primer jugador de los Jackals que ha trabajado con tu manager, ten un poco de confianza.

–Siento que sigas despierto por mi culpa –Koutarou se metió en la cama y se acurrucó contra su novio. Ya hacía tres años que vivían juntos, desde que Keiji había decidido que quería buscarse un piso de alquiler nada más empezar la universidad.

–Tampoco podía dormir –Keiji lo envolvió con sus brazos dibujando círculos en su espalda–. Se me hace raro pensar que en tres meses vayas a estar en Osaka mientras yo sigo aquí.

–¿Por qué ibas a quedarte en Tokyo? Podemos mirar un piso en Osaka, los alquileres tienen que ser más baratos. –Koutarou se incorporó un poco en la cama, apoyando la cabeza contra su mano. Keiji tenía el ceño fruncido como cuando pensaba demasiado.

–¿Qué esperas que haga en Osaka? ¡Sabes lo que me costó encontrar algo mínimamente relacionado con el mundo editorial! Ahora no puedo dejarlo, no me contratarían en ningún otro sitio.

–¡Pero Keiji, eres el mejor! ¡Seguro que encuentras algo! ¡Y no es como si no pudiera mantenernos mientras tanto!

–¿Y que sea tu mantenida? –Keiji se levantó de la cama–. Será mejor que duerma en el sofá esta noche.

Koutarou se tiró boca arriba sobre la cama y gruñó desesperado nada más oír el golpe seco de la puerta. Daba igual cuanto tiempo pasara, a Keiji lo seguía perdiendo el orgullo. Koutarou suspiró. Si intentaba hacer algo sólo iba a conseguir que su novio se enfadara aún más. No era como si no hiciera ocho años que se conocían.

Koutarou apenas había podido dormir. La cama parecía demasiado grande cuando Keiji no estaba durmiendo a su lado. Al otro lado de la puerta, podía oír el ruido de las notícias y el zumbido de la cafetera calentando la resistencia. Koutarou se levantó e inspiró hondo. Con Keiji a veces era difícil saber qué esperar. Con un poco de suerte, su novio al menos le dirigiría la palabra, pero si no era el caso, Koutarou no era tan engreído como para avergonzarse por suplicar que lo perdonara.

Keiji estaba sentado en la mesilla auxiliar que tenían en su cocina minúscula y parecía estar mirando los feeds de notícias en el móvil.

–Si lo prefieres, puedo quedarme aquí, hay otros equipos y

–No quiero que renuncies a tu carrera por mí. Los Jackals han sido tu equipo favorito desde que eras un crío. No

–¿Entonces qué tengo que hacer? Tú y yo somos un equipo. Estoy seguro que sin ti habría acabado dejando el voley hace mucho tiempo. El sueño vale la pena porque estás aquí conmigo.

–No digo que tenga que ser para siempre, Kou. Pero dame algo de tiempo, sólo hasta que consiga estabilizarme. Pero ahora no puedo. Lo entiendes, ¿verdad? –Keiji murmuró concentrado en darle vueltas con la cucharilla a su café.

–Hey Ji, ¿por qué no nos casamos? –Las palabras se escaparon de sus labios antes de que pudieran formar un pensamiento completo en su mente–.

–¿Casarnos? –Keiji alzó el rostro, el rubor escalándole hasta la punta de las orejas. Koutarou lo había echado de menos. Tras ocho años, cada vez era más difícil pillarlo desprevenido.

–¿Por qué no? Así nadie podrá poner en duda que somos una familia, aunque tu estés en Tokyo y yo en Osaka.

–Estaría bien –Keiji se levantó, abrazándose a su cuello.

–¿Entonces eso es un sí?

–Sí, es un sí. –Keiji rió.

Koutarou se lo quedó mirando, convencido que nunca había visto nada tan hermoso como su novio despeinado y en pijama, sonriendo como si aquel fuera el instante más feliz de su vida.

–¡Pienso comprarte el diamante más grande que tengan en la joyería! ¡Ya lo verás!

–La única joya que necesito ya la tengo aquí conmigo.

First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora